Amanecer - Parte 1

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Vampiros más empalagosos que aterradores

Esta es la anteúltima parte de una larga y dulzona historia de amor entre un vampiro y una virgen comprensiva, celados por un hombre lobo, amigo de infancia de la virgen. Acá van a casarse de una vez, porque la pobre chica está esperando desde hace ya como cuatro películas. Conviene llevar insulina.

En efecto. En vez de salvajadas vampíricas, imágenes espantosas de sonido estremecedor, suspenso inquietante, angustia mortal, encima de cada espectador caerá un container entero de azúcar, acompañado de empalagosa música romántica, mientras en la pantalla se suceden láminas de posters para adolescentes enamoradas, unos flacos lánguidos maquillados con harina de arroz, toda la corte de amigas alborotadas por el casamiento, y hasta los cursilones discursos de la fiesta, que por más refinados que sean estos personajes, cuando llega la hora de saludar a la novia dan vergüenza ajena.

Eso lleva una hora larga. Después cambian al dj y aparece música surtida tipo ascensor, porque los novios se van de luna de miel a una isla paradisíaca cerca de Rio de Janeiro. Todo muy lindo y la recién casada a punto de caramelo. Van a la cama y el novio rompe la cama de tanta energía acumulada que tiene. Al otro día ella despierta toda contenta, llena de moretones. Pero el tipo está asustado de sí mismo. Tanto, que pasan el resto de la luna de miel jugando al ajedrez. Variante del viejo dicho, Dios le da pancito tierno al que tiene colmillos.

Por suerte para el espectáculo, pasa una desgracia. Algo salió mal y, fruto de aquella sola ocasión, ahora ella está esperando un hijo monstruo. Los hombres lobos se agarran una bronca bárbara, y gruñen entre ellos con voz metálica, vaya uno a saber por qué pero estos lobos tienen voz metálica. Y todos los vampiros tienen miedo, y los humanos de la película también, todos tienen miedo, salvo el público, que espera contento, a ver si al fin pasa algo en esta serie. Pero no pasa nada.

Bueno, algo pasa, pero no lo diremos. La joven esposa al fin empieza a tomar ciertas decisiones. El asunto se pone levemente intrigante. Un poquito tenebroso, también. Y aunque sea para saber cómo termina, nos quedamos esperando los anticipos del último capítulo, que ha de estrenarse el año próximo. Director, Bill Condon, el de «Hombres y monstruos», sobre James Whale (quizá por eso vemos una escena de «La novia de Frankestein»). Libretista de todos los capítulos, Melisa Rosenberg, siempre fiel a la autora de las novelas originales, su amiga la gordita Stephenie Meyers. Protagonista, Kristen Stewart, siempre acompañada por los mismos pelmazos.

Continuará.