Amanecer en mi tierra

Crítica de María Bertoni - Espectadores

Amanecer en mi tierra – Lihuntun Inchin Mapu es el título completo del nuevo largometraje de Ulises de la Orden. La voz mapuche nombra un barrio intercultural ubicado en la ciudad neuquina de San Martín de los Andes, cuyo proceso de construcción fue documentado por el también autor de Chaco, Mujer entera, Desierto verde, Tierra adentro, Río arriba. Dos interpretaciones de esta famosa canción de Alfredo Zitarroza acompañan la reconstrucción del proyecto que emprendieron la organización Vecinxs Sin Techo y la comunidad mapuche Curruhuinca.

“No hay revoluciones tempranas, crecen desde el pie” escribió Zitarroza, y el verso parece a medida de esta fusión ciudadana que de a poquito conquistó hitos sin precedentes en la historia de la lucha popular por el derecho a una vivienda digna: reclamo de un lote de más de cuatrocientas hectáreas en manos del Ejército y en una localidad turística, a merced de grandes negoci(ad)os inmobiliarios; sanción de una Ley Nacional que habilitó el usufructo habitacional de ese terreno; planificación y realización de la construcción de un barrio popular en forma cooperativa y con criterio ecológico.

De la Orden le dedicó seis años al registro de esta iniciativa inspiradora, sin caer en la tentación de romantizarla. Al contrario, el realizador muestra los entretelones de un proceso atravesado por desacuerdos, discusiones, amagues de renuncia, contradicciones y algunas desilusiones. Su largometraje se sitúa más cerca del trabajo de campo antropológico que del documental ortodoxo que recrea una porción de realidad con el testimonio formal de sus protagonistas.

El realizador porteño se concentra en las instancias planificadora, desarrolladora y difusora del proyecto. Por eso les presta especial atención a las asambleas convocadas para ratificar o corregir el rumbo del proyecto y para resolver problemas coyunturales, a los trabajos en marcha, a las acciones destinadas a recaudar fondos para cubrir los agujeros presupuestarios que derivan de los atrasos del Estado a la hora de cumplir con el cronograma de financiación.

En su nuevo documental, De la Orden consigue –algo infrecuente– retratar a un sujeto colectivo en un tiempo prolongado: no sólo a lo largo de los seis años invertidos en la película sino desde los primeros pasos que los Vecinxs sin Techo dieron mucho antes, en abril de 2004. Además de acertada, la decisión de sintetizar una década y media de historia con segmentos del programa de una radio comunitaria resulta afín al espíritu de este largometraje.

Amanecer en mi tierra transmite admiración por los impulsores del Lihuntun Inchin Mapu. Por si les faltara elocuencia a las imágenes capturadas y articuladas, están la melodía y los versos que Zitarroza grabó a mediados de los ’80, cuando regresó de su exilio a Montevideo.