Amanda

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

De la alegría a la desazón

El último film del realizador francés Mikhaël Hers, Amanda (2018), es una obra tan cálida como desgarradora sobre los lazos familiares y las consecuencias del terrorismo en París. La película narra la vida de dos hermanos, David (Vicent Lacoste) y Sandrine Sorel (Ophélia Kolb), que disfrutan de una existencia tranquila de clase media. David es un joven encargado de un complejo de departamentos en alquiler y también trabaja para el ayuntamiento podando árboles, y Sandrine es una profesora de inglés unos años mayor que él que cría sola a su adorable hija de siete años, Amanda (Isaure Multrier).

Sandrine le regala a David entradas para el torneo de tenis de Wimbledon, deporte del que él fue jugador y hoy es fanático, una excusa para que los tres visiten a su madre, Alison (Greta Scacchi), que los abandonó cuando eran niños para rehacer su vida en Inglaterra y a la que David no conoce. Mientras divide su tiempo entre sus trabajos, sus estudios y su familia, David inicia una relación amorosa con una bella inquilina, Léna (Stacey Martin), y todo parece un gran idilio en un lugar dichoso y perfecto, la París de los sueños, sin embargo la apacible cotidianeidad de la ciudad es trastocada por un comando terrorista que asesina a mansalva y con crueldad a las personas que descansan en un parque, a su vez una reconstrucción del salvaje atentado terrorista múltiple ocurrido en París en noviembre de 2015. La muerte de Sandrine genera una tristeza desoladora en David y Amanda, y el joven y su tía Maud (Marianne Basler) deberán decidir con quién se quedará la niña. David decide finalmente ir a Londres, encontrarse con su madre y luchar por el amor de Léna, herida durante el atentado y aún en shock por las secuelas psicológicas.

Amanda es un film que cambia completamente de humor de un momento a otro. De la alegría se pasa a la desazón, de la París turística a la ciudad sitiada por el ejército, del sueño idílico a la pesadilla. El guión de Hers junto a Maud Ameline crea personajes que sin rencor intentan salir adelante después de perder a un ser querido, siempre en pleno proceso de comprender que la persona que tenían al lado ya no volverá jamás. Las actuaciones de todo el elenco son excelentes, destacándose la encantadora interpretación de Isaure Multrier como Amanda, una alegre y divertida niña que debe enfrentar la repentina pérdida de su madre y los cambios que ello conlleva.

La fotografía de Sébastien Buchmann sigue a los protagonistas por París en sus recorridos a pie y en bicicleta en un film que destaca la belleza de Francia, tanto de su capital como de sus ciudades campestres menos bulliciosas y los bosques que las rodean. La música de Anton Sanko acompaña a los personajes en sus tribulaciones y la banda de sonido incluye un gran tema de Jarvis Cocker, Elvis Has Left the Building, canción que resume la filosofía de la obra y le aporta una lectura en clave metonímica a su final. Mikhaël Hers genera un film muy emotivo sobre el valor de la amistad y de los lazos familiares, a la vez que defiende la tolerancia y propone un remedio para las heridas de un país conmocionado por un ataque terrorista cargado de odio que generó pánico en una de las ciudades más bellas del mundo.