Amanda

Crítica de Mariana Mactas - TN - Todo Noticias

David y su hermana Sandrine viven y trabajan en París. Él como contacto para turistas que alquilan departamentos temporales, ella como profesora de inglés. Está claro que, junto a la pequeña Amanda, hija de Sandrine, se tienen el uno al otro como familia, puesto que sólo hay una madre, en Londres, a la que no ven. Hay entre ellos una relación de compañía y apoyo, en unas vidas que transcurren con la aparente placidez de la clase media con empleo capaz de disfrutar del verano parisino con paseos en bicicleta y picnics en los parques. Pero todo termina de pronto, y en brutal silencio, cuando alguien abre fuego en uno de esos parques y mata a decenas, entre las que se encuentra Sandrine. En shock, abrumado por el duelo, el veinteañero David se encuentra de pronto obligado a enfrentar su nueva realidad, incluido el cuidado de su sobrina.

Sí, Amanda es un drama para llorar, duro como la imagen de una niña procesando como puede la pérdida de su madre. A cargo de un chico que apenas estaba empezando a delinear su propia vida. Pero el director , junto a sus impecables actores, incluida la pequeña debutante Isaure Multrier, no sólo encuentran la forma de contar esta historia evitando el melodrama burdo, sino que hacen de sus personajes criaturas tan reales y queribles que nos importan, al punto que queremos seguir ahí, cerca de ellos. Conmovidos por su dolor, claro. Pero también atraídos por la forma honesta, serena, y hasta sutil, en medio de la brutalidad de lo que pasa, que Amanda encuentra para contar su historia. Sin desviarse de ellos, la película se arma a través de escenas tan sustanciales como livianas. Y así revela algo que pertenece al cine: cuánta más información puede haber en el detalle de unas manos que se agarran fuerte que en llenar los casilleros acerca del qué, el quiénes, el porqué.