Amadas hermanas

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

La historia de amor entre el célebre escritor Friedrich Schiller en la Alemania del 1.700 y las hermanas Charlotte y Caroline prometía mucho más en los papeles. Pero, en rigor, la película se va en papeles. Es que todo transcurre más entre las cartas que se envían los tres que entre besos y sábanas, que hubiese sumado pasión al filme de Dominik Graf. La trama, con voces en off excesivas e innecesarias, se torna más lenta de lo que ya es y dilata demasiado la resolución de los conflictos. Todo comienza con la desesperación de una madre que, como era muy común en aquellos años, hace lo imposible para que sus hijas se casen con un hombre de fortuna y los salve a todos de la pobreza. El casamiento pasa a ser un negocio o una inversión a largo plazo. Las hermanas Charlotte y Caroline están fuertemente unidas, incluso hasta juraron un pacto para ratificar ese vínculo. Cuando aparece Schiller, pobre y escritor, y les declara que está enamorado de ambas, ellas deciden compartir esa relación. Pero el nudo dramático no llega a explotar nunca, y sólo las buena fotografía saca a flote la película.