Amadas hermanas

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

La lista de Schiller

La relación amorosa entre el poeta y las hermanas Von Legenfeld no profundiza en el vínculo ni en la obra del filósofo.

El poeta Friedrich Schiller se enamoró de las hermanas Von Legenfeld, Charlotte y Caroline. Se casó con la primera, pero los momentos de mayor pasión parece que los tuvo con la hermana, o sea su cuñada, que estaba casada.

Es importante saber -o al menos el prolífico director de TV Dominik Graf así lo creyó necesario- que Charlotte y “Line” se habían juramentado, años antes de que Schiller se cruzase en sus caminos, no ocultarse nunca nada, y estar más unidas que con sus propios esposos.

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Ya lo dice el tango, hoy un juramento, mañana una traición, y las cosas comienzan a complicarse para el trío de personajes, que valga la aclaración inmediata, nunca hicieron uno.

La versión original de Amadas hermanas es de 170 minutos, porque así fue pensada para la TV alemana. Desde que se presentó en el Festival de Berlín, la copia que da vueltas por el mundo es la de estos cansinos 140 minutos. Porque la película, obviemos el formato de declamación a cámara, u otros propios de las reglas de la TV, no profundiza en la escritura del filósofo y dramaturgo. Y tampoco ofrece una mirada jugada sobre la relación entre los tres protagonistas.

¿Qué queda, entonces? Puros ornamentos, lecturas y frases hechas, una ambientación correcta, mujeres que sufren y un intercambio epistolar incesante, ya que el WhatsApp no existía en la segunda mital del siglo XVIII, que les hubiera ahorrado, por lo menos, tiempo.