Alvin y las ardillas 3

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

“Alvin y las ardillas” tuvo su origen en un grupo musical de marionetas formado en 1958 por Dave Seville, que era el seudónimo que usaba el padre de Ross Bagdasarian. Las ardillas llevan los mismos nombres de los ejecutivos de la compañía para la que se grabaron los primeros temas musicales paralelamente a las presentaciones del conjunto en el famoso programa televisivo de Ed Sullivan, que por décadas lideró los rankings de audiencia en los EE.UU.

Como particularidad creativa para diferenciar al grupo a Dave Seville se le ocurrió utilizar la técnica de modificar la velocidad del sonido de las grabaciones para que las voces se escucharan con un registro muy agudo y rápido que no permite entender claramente las palabras. Todos los estudios de dibujos animados tomaron posteriormente la idea de Seville y en la actualidad esos sonidos distorsionados son las voces características de cualquier ardilla que aparezca en pantalla.

Luego de pasar por la televisión como dibujos animados “Alvin y las ardillas” llegaron al cine, primero en películas de animación y 50 años después de su creación en grandes producciones con interrelación de actores con dibujos generados por computadora, y el éxito obtenido por las dos primeras películas (2007 y 2009) dio lugar a la tercera entrega de la franquicia.

Sinopsis

Dave aborda junto con las ardillas Alvin, Simon y Theodore acompañados por Las Chipettes un crucero de lujo en el que viajarán disfrutando de unas vacaciones, y cuando arriben al puerto de destino asistirán a la entrega de los premios anuales a la producción musical.

Alvin no tarda en hacer travesuras a bordo que crispan los nervios de Dave quien se ha reencontrado con Ian Hawke, su enemigo, que ahora trabaja entreteniendo a los niños que viajan en el barco disfrazado de pelícano.

Todo se complica cuando todas las ardillas salen “volando” del barco y Dave con Ian, en un intento por rescatarlas, caen al agua. Finalmente todos llegan a una isla misteriosa donde vivirán insólitas aventuras mientras tratan de que algún barco o avión los rescate.

Análisis y comentario

Como sucedió con las dos primeras producciones, la tercera entrega parodia al mundo de la música comercial con respecto a los grupos de cantantes que se forman para impactar en el público joven, los que son aprovechados por inescrupulosos managers que luego los descartan ante la aparición de otra banda “más novedosa”.

En esta saga las ardillas tienen la suerte de contar con el bueno de Dave, que si bien las necesita comercialmente, las ama como si fuesen sus propios hijos.

La película apunta al público preadolescente con una banda de sonido que incluye los últimos hits de los Top musicales de todo el mundo, con claras referencias a superestrellas de la música como Lady Gaga y la serie de televisión “Glee”.

Las ardillas, con sus voces estridentes, son cantantes de éxito y por lo tanto en el desarrollo de la narración hay muchos cuadros musicales que, curiosamente, están sólo bosquejados y en su mayoría quedan truncos, tal como sucede con los hits en los formatos radiales, para dar lugar a la continuidad de la historia, aunque ésta no es muy sólida.

La trama deambula entre varias ideas pero no se afirma en ninguna. El guión está más dedicado a hacer referencias temáticas a la película “Naúfrago” (Robert Zemeckis, 2000) y a la exitosa serie televisiva “Lost” (2004 a 2010). Como los niños, generalmente, van al cine acompañados por adultos, seguramente para éstos últimos se debe haber referenciado al filme con esos dos recursos.

Jason Lee como Dave Seville y David Cross como Ian Hawke ya tienen armados completamente a sus personajes, a los que han dotado de características un poco estereotipadas pero efectivas al no caer en la sobreactuación.

Como se mencionó, el target de espectadores al que se apunta es el preadolescente que escucha y baila los éxitos del pop y el reaggaton pero aún disfruta de los dibujos animados con historias infantiles que les permitan identificarse en las travesuras con amigos que son casi desobediencia a los adultos.

De todas maneras, como toda la película tiene un ritmo muy ágil y las canciones son muy conocidas y pegadizas los niños a partir de los cinco años también disfrutan de la cándida historia que se intenta contar. (Carlos Herrera).