Alumbrando en la oscuridad

Crítica de Miguel Frías - Clarín

El foco en la adopción

La calificación de una película es una mera convención sin importancia. Y más en este caso.

Alumbrando en la oscuridad , documental sobre el vasto tema de la adopción, es cinematográficamente elemental, incluso pobre: apenas una sucesión de cabezas parlantes, algunas interpretadas por actores bienintencionados que reemplazaron a los que no quisieron o no pudieron dar testimonio. Pero el filme, de apenas una hora, cobra valor en su abordaje “teórico” -claro, tendiente a romper estigmas- de una cuestión que aún sigue rodeada de prejuicios y tabúes.

Sus directores, Mónica Gazpio y Fermín Rivera, cuestionan -alguien dirá que lo hacen los entrevistados, pero la decisión última es siempre de los realizadores- el concepto de instinto maternal y la demonización de aquellas madres biológicas que entregan a sus hijos en adopción. En resumen: las construcciones socioculturales -mucho más arraigadas de lo que solemos suponer- y las presuposiciones -a las que podríamos llamar discriminaciones- son analizadas y luego refutadas.

Alumbrando...es, por lo tanto, un filme que interpela a los espectadores.

Otra idea interesante de la película es que todos, incluso los hijos biológicos, en algún momento somos adoptados (o no, según el caso) por nuestros padres. Y que adoptar no debería ser visto como un acto heroico ni altruista -típico estigma “positivo”- sino como una natural necesidad mutua.

Alumbrando...alterna palabras de hijos y padres adoptivos, profesionales de distintos campos y actores que hablan con un énfasis dramático que este filme, cargado de ideas, no necesitaba.