Alptraum

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Lo onírico, las alucinaciones y una personalidad paranoide se unen para atormentar al protagonista de Alptraum, un thriller surrealista y opresivo en el que los límites entre lo real y lo irreal se desvanecen junto con las certezas de sus personajes.
Andreas es un actor que no parece tener un rumbo muy claro. La relación con su novia no le genera seguridad, los ensayos con su equipo de teatro abundan en la improvisación pero no tienen un claro punto de llegada y sus noches se ven plagadas de sueños en los cuales Krampus, un ser mitológico, lo persigue.

Los problemas de celos que lo atormentan lo llevan a la separación de su pareja y a una mudanza forzada, gracias a la cual Andreas descubre, o por lo menos eso cree, un complot que parece tener por protagonista a una vecina con quien rápidamente se obsesiona.

Perdido entre los sueños, su propia deformación de la realidad y el vínculo que parece tener con la bestia mitológica, Andreas encuentra en esa misteriosa vecina las pistas de una confabulación que él mismo creía conocer y de la cual parece, de alguna forma, ser parte.

Alptraum está constantemente flirteando con el surrealismo, no sólo en los retratos de los sueños, sino también en la realidad que percibe Andreas (muy bien interpretado por Germán Rodríguez) que por momentos logra un clima intenso, pero cuando retoma el código del realismo el vínculo con lo onírico desaparece y el espectador termina distanciándose del relato.

En varios momentos el código de actuación está tan contrapuesto con el estético que, lejos de sentirse como una decisión de la directora, parece más una falta de claridad en el objetivo final de algunas escenas y, entonces, aquello que debería ser climático se convierte en involuntariamente gracioso.

El montaje parece un ser vivo en la película y es, por lejos, su mejor hallazgo. Va mutando su estética a medida que el propio personaje se va sumergiendo cada vez más en su percepción sobre el universo que lo rodea, quebrando los límites de los sueños que comienzan a ser parte de la propia realidad de Andreas.

La experimentación que se logra en este punto es más que notoria y definida, lo cual ayuda a poder construir ese universo en el cual el personaje se pierde, logrando que el espectador por momentos se pierda con él.