Alma

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

El mayor mérito de “Alma” es su inocente simpatía

Valga la aclaración: ésta no es una comedia romántica, al menos lo que acá entendemos como tal. Más bien es una película cómica sobre un conflicto amoroso bastante común: el hombre quiere a su mujer pero no la soporta. Cuando ella se da cuenta, sobreviene el típico "chico pierde chica" y el desafortunado "chico reencuentra chica". Sólo que acá los chicos son bastante grandecitos, y que la película no es cómica para todo el mundo.

Se trata de una coproducción chileno-argentina, de predominio trasandino y humor anodino, pero en eso, precisamente, en su armazón de chistes viejos, en la falta de pretensiones y la moraleja de la resignación marital, radica su inocente simpatía. La responsabilidad y la gracia corresponden a Javiera Contador, Fernando Larrain, y el director Diego Rougier, cabezas de la versión chilena de "Casados con hijos". Con ellos va el resto del elenco, amén de una promisoria chiquita de 9 años y varias figuras invitadas de la televisión santiaguina. Junto a esta alegre troupe de formación y deformación televisiva, aparece el galán argentino capaz de levantarse a la pobre desahuciada y soportar a su madre, papel a cargo de Nicolás Cabré, que, puestos a comparar, ahí es poco menos que un actor shakesperiano.

Valga el descargo, a cargo del director, coguionista, coproductor, y esposo y socio de la protagonista: "La película está plagada de personajes medio pifiaditos, como somos nosotros. Todos tienen sus fallas y sus cosas no resueltas. Me gusta que sea gente absolutamente normal en busca de la felicidad". Aparte, se agradece la inclusión de Carmen Bresky, Angélica Castro y Dayana Amigo, actrices y/o animadoras de buen ver, haciendo unos personajes bastante atractivos: una mujer policía motorizada, una ex compañerita de escuela que juega con el marido ajeno, y una vecina rubia todo el tiempo con los pechos al aire.