Alma

Crítica de Néstor Burtone - Otros Cines

Nada nuevo tras la cordillera

Una comedia de enredos de manual hecha en coproducción con Chile



El BAFICI, el Festival de Mar del Plata y algunos lanzamientos comerciales permitieron trazar un mapa bastante exacto del fenómeno del cine chileno de la última década, ese que mundializó nombres como Pablo Larraín o Sebastián Lelio. En ese contexto, el estreno de Alma, coproducción entre aquel país y la Argentina, alumbra una zona hasta ahora prácticamente desconocida desde este lado de la Cordillera como es el cine popular trasandino.

El film de Diego Rougier –la segunda producción más vista del año pasado en Chile con 198.000 espectadores– arranca con la separación de Alma (Javiera Contador) y Fernando (Fernando Larraín) después de varias décadas juntos. Este último terminará viviendo en la casa de un amigo, ubicada justo enfrente de la de Alma.

La cercanía le permitirá a Rougier construir una comedia de enredos de manual, con malos entendidos recíprocos y una serie de sucesos generados por los protagonistas menos por deseo propio que por la certeza de que está siendo visto por su ex media naranja. Nada malo hasta aquí, salvo porque Alma, aun cuando su nombre invite a pensar lo contrario, tiene un punto de vista masculino que se traduce en una dosis de machismo por momentos peligroso.

El film irá deshilachándose a medida que avance su metraje. El crecimiento narrativo de Gaspar (Nicolás Cabré) y una elevación del absurdo nunca del todo explotada vuelven a marcar que las buenas intenciones no necesariamente se traducen en una película lograda.