Alma pura

Crítica de Marcos Ojea - Funcinema

PASTILLAS, PINCELES Y FANTASMAS

Después de probarse en la actuación con papeles secundarios en comedias como Socios por accidente o Las chicas del 3°, Ingrid Grudke decidió elevar la apuesta y animarse con un protagónico en Alma pura, a las órdenes del director Gustavo Salomone, quien también escribió el guion. Filmada en 2017 en Villa Carlos Paz, cuenta la historia de Sofía, una artista plástica que se muda a la casa de campo de su infancia, luego de pasar un tiempo en un psiquiátrico. Acompañada por su hermana (interpretada por Malena Sánchez), que es quien maneja su carrera entre galerías de arte, fiestas y excesos, la protagonista busca la tranquilidad que le permita volver a pintar, con la idea de alejarse finalmente de una vida marcada por los tratamientos y las pastillas. Claro que, apenas se instale, las cosas van a empezar a torcerse, y Sofía va a tener que enfrentarse a un pasado que la reclama, a merced de una casa enorme que desconoce, y atendida –vigilada- por una familia de caseros que dicen menos de lo que saben.

Con el envase de un thriller y algunos elementos cercanos al terror, el film de Salomone deja caer todo su peso sobre los hombros de Grudke, lo que en principio podría advertirse como un error, porque las capacidades interpretativas de la ex modelo y actriz nunca logran sostenerse y mucho menos convencer. No hablamos acá desde el prejuicio (que, admito, existía antes de ver la película), si no desde la confirmación de que Grudke fluctúa entre una mala actuación y la ausencia de una actuación. Pero es posible compartir culpas: el hecho de que intérpretes solventes como Malena Sánchez o Guillermo Pfening (que interpreta al hijo de los caseros) no encuentren la manera de quedar bien parados, habla también de una dirección que no logra tender puentes entre lo que quiere y lo que obtiene. También existe la posibilidad de que Salomone sea un terrorista de sí mismo y haya hecho todo esto de manera deliberada, pero me inclino a pensar que simplemente no le salió.

El otro gran problema, por supuesto, es el guion, que no logra desarrollar las ideas que propone, se contradice y hacia el final suma vueltas de tuerca entre anunciadas e inverosímiles (ese suicidio seguido de asesinato, por favor). Los temas están a la vista: los lazos familiares, la locura, la creación artística, la homosexualidad; enmarcados en una historia de fantasmas que es también un relato de redención y de superación. Lamentablemente, ni el director ni los intérpretes logran sacar algo interesante de todo esto, a lo que se suma una puesta en escena deudora de la televisión y de cierto cine nacional de género (en particular del terror argentino, que a pesar de algunos hallazgos en los últimos años, casi nunca puede abandonar esa estética afectada de videoclip).

De cualquier modo, y como ya dijimos, es la protagonista la que se lleva la peor parte: Grudke apenas compone un personaje, y puede que su aire aletargado confunda y promueva una sensación de que está bien, teniendo en cuenta la realidad empastillada de Sofía, pero no. Las escenas se suceden para no dejar dudas al respecto de que, quizás, tanto este papel como la profesión no sean lo suyo. Pero teniendo en cuenta que es su primer protagónico, dejemos que el tiempo y los futuros espectadores decidan. Por mi parte, me bajo acá.