Alien: Covenant

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Scott: regreso con gloria a “Alien”

En 1979, "Alien, el octavo pasajero" revolucionó el cine fantástico al combinar la ciencia-ficción con el terror. Pero más allá del brillante trabajo de su director, Ridley Scott, el film era el concurso de muchos: los diseños del monstruo de H. R. Giger, las actuaciones de John Hurt y Sigourney Weaver, los productores y guionistas David Giler y Walter Hill, tal vez los auténticos factótums del proyecto y la saga que vino después, para la que convocaron a James Cameron. No por nada los dos personajes centrales de "Alien: Covenant" son dos androides llamados David y Walter, interpretados ambos por Michael Fassbender, quien al igual que todos están al servicio de un todopoderoso Ridley Scott, que volvió como un verdadero "auteur" del cine fantástico, imponiendo autohomenajes y caprichos que demuestren que si estos marcianos pueden seguir dándole millones a la Fox, es gracias a Él, su Creador.

La trama, como la anterior "Prometeo" precuela no oficial con la que Scott volvió al espacio-, gira en torno a seres megalómanos que, para sentirse raza superior, necesitan crear vida a su gusto, ya sea humanoides o mutaciones extraterrestres. En los climax de egotrip, Scott hace que los dos androides gemelos debatan sobre Lord Byron y Mary Shelley, o que uno le obligue a tocar la flauta al otro (esto parece un chiste televisivo, pero es literal), además de agregar guiños a "Blade Runner". Pero el director de "Gladiador" también tuvo la astucia de filmar las más contundentes escenas con los aliens desde su película de 1979, inclusive superando a las masacres de los bichos de Cameron. Scott va creando tensión de a poco, pero ni bien la tripulación del Covenant pone un pie en lo que creen será un planeta paradisíaco, la pantalla se inunda de sangre. Además, el elaborado diseño de sonido hace que estas nuevas criaturas aterroricen al público aun cuando están fuera de cuadro. Si bien es cierto que hay más toques "autorales" de lo sensato, el terror cósmico golpea fuerte, aun en el mejor desenlace de la saga.