Alicia a través del espejo

Crítica de Nicolás Ponisio - Revista Spoiler

El director James Bobin, responsable del genial resurgimiento de los Muppets gracias al film de 2011, se pone al hombro una secuela que nadie pidió de un film (también secuela de otro film animado) que tampoco nadie pidió. A la fallida primera entrega, basada en parte en las dos obras literarias de Lewis Carroll, se le podía atribuir su fracaso a la ya no talentosa mano de Tim Burton. En manos de Disney, aquella casa del ratón que por tantos años fue su principal némesis, el director se convirtió en una copia vacua y reiterativa de lo que alguna vez fue.

Ahora, con Bobin a cargo de la segunda parte, se lograba atisbar un pequeño halo de esperanza que invitaba al espectador a atravesar el espejo junto a Alicia (Mia Wasikowska). Desafortunadamente, mientras Alicia pasa por el espejo sin daño alguno, el espectador lo atraviesa con un estallido, encontrando del otro lado un despojo del mismo. Un film hecho añicos que, en vez de que alguien recoja sus pedazos como lo hacen con Humpty Dumpty las piezas de ajedrez con vida (única referencia basada en el libro original), los personajes pasan por encima de él resquebrajándolo con cada paso dado en el transcurso de las casi dos horas de duración.

El film carece de la presencia del director, sosteniéndose como una copia de esa autocopia llamada Tim Burton. No hay prácticamente lugar para que el director de turno despliegue su impronta, solo una ráfaga momentánea que brilla con luz propia cuando se permite dejar entrar el humor irónico del director en una escena compartida entre el Sombrerero Loco (Johnny Depp), sus comensales para tomar el té y el Tiempo (Sacha Baron Cohen, un crack del humor que salvo por la escena en cuestión está prácticamente desaprovechado).

Sin presencia del director y sin elementos concretos de la obra de Carroll más allá de los personajes utilizados, no hay para ofrecer más que una aventura de viajes en el tiempo (Alicia viaja una y otra vez al pasado dentro de Wonderland para lograr ayudar a un depresivo Jack Sparrow… ehm, Sombrerero Loco). Un viaje que de seguro entretenga a los más pequeños, pero que lo haría aún más para todos si no se subiera a la fama de una obra que no tiene casi nada que ver con el material desarrollado.

Un gran acierto ha sido el desarrollo de criaturas, lo cual se llevaba los aplausos dirigidos a la primera parte, si bien aquí se ha explorado de buena forma en la inclusión de nuevos personajes, la mayoría carecen de sorpresa al haber una extremada presencia de personajes ya conocidos. Aunque es agradable ver la evolución lograda en el personaje de Absolem (El querido y difunto Alan Rickman, a quien está dedicado el film) quien ha pasado de ser una oruga a una mariposa. En cierta forma exteriorizando que, donde quiera que esté el actor británico, ha evolucionado a otra forma.

Lo cierto es que la invención de personajes y lugares sin duda son de una imaginación soberbia, pero que no perdería el efecto de sorpresa y la sensación ver más de lo mismo de no ser por ese capricho tan actual de que todo esté rodeado de los efectos digitales y las pantallas verdes. No hay diferencia entre el mundo real del cual viene Alice y el país de las maravillas al que ingresa. Basta tan solo recordar a The Wizard of Oz (Victor Fleming, 1939) para encontrar un producto que hoy en día continúa sorprendiendo gracias al manejo del arte que diferencia ambos mundos.

Seguramente muchos recuerden que en las cajas de juegos de mesa por lo general se aclara la restricción de edad de los jugadores a los que va dedicado el entretenimiento en cuestión. Alicia a través del espejo también la posee, limitando el visionado del film tan solo para aquellos que no hace mucho aún usaban pañales. El mundo que visita Alicia ya no posee tantas maravillas, incluso el Sombrerero en su depresión ha perdido algo de su propio encanto en el camino, y entre viajes en el tiempo y moralejas poco sutiles no hay sorpresas gratas para todo aquel que ya haya viajado un poco por terrenos similares. Para Bobin el tiempo no está de su lado y termina siendo tanto némesis del director como de los personajes de su film.