Aliados

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Visión del cine

Se estrena Aliados, lo nuevo de Robert Zemeckis. Brad Pitt y Marion Cotillard protagonizan este thriller romántico ambientado en la Segunda Guerra Mundial. Un gran homenaje al cine clásico de la década del ´40.
Robert Zemeckis es uno de los grandes narradores de los últimos 35 años. Discípulo directo de Steven Spielberg fue el creador de la mejor saga de viajes temporales de todos los tiempos: Volver al futuro. Pero también nos brindó Roger Rabbit, Tras la esmeralda perdida, Náufrago, La muerte le sienta bien y la multipremiada Forrest Gump. Un adelantado visual, narrador con un sentido del humor agudo, brillante generador de suspenso y cinéfilo de la vieja escuela de cine clásico, fue el primero en realizar películas generadas únicamente por Caption Motion.

Si bien, la trilogía conformada por El expreso polar–Beowulf–Los fantasmas de Scrooge no gozó de gran aceptación popular, y tras haberse cerrado la posibilidad de hacer una remake de Submarino amarillo –segunda incursión en el universo Beatle después de la magistral Quiero alcanzar tu mano– Zemeckis volvió al cine de carne y hueso con dos propuestas disímiles en calidad y tono: El vuelo y En la cuerda floja.

Con Aliados explora un género nuevo para él: el thriller romántico de espionaje en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. El film comienza con el canadiense Max Vatan –un Brad Pitt contenido y austero- llegando a Casablanca, Marruecos, dónde debe encontrarse con Marianne –Cotilliard, una agente de la Resistencia francesa- que va a simular ser su esposa. Ambos se infiltrarán entre los círculos sociales de la jerarquía nazi –ahí Pitt se reencontrará con August Diehl, brindando un guiño a Bastardos sin gloria– para cumplir una misión casi suicida. Sin embargo, la relación de ambos agentes trascenderá a la ficción dentro de la ficción, derivando en un apasionado romance.

Un año después, la relación continúa en Londres, lugar en donde deciden formar una familia hasta que Max recibe una llamada de sus superiores, informando que Marianne, posiblemente no sea quién dice ser.

El guión de Steven Knight –uno de los grandes escritores del cine y la televisión británicos actuales: Locke, Negocios entrañables, Promesas del este confirman su talento- parece haber sido escrito hace 60 años atrás para que lo dirigiera Alfred Hitchcock. Si la primera hora remite directamente al cine de Michael Curtis, la segunda mitad parece una mezcla entre Notorius y Sospecha. Dos clásicos del maestro del suspense.

Poco importa realmente si Marianne es o no una espía. Zemeckis y Knight consiguen que el espectador entre dentro de la cabeza de Max, que se debate entre el amor y su deber como oficial. Ninguna pista parece concreta y Zemeckis utiliza el punto de vista del protagonista para construir tensión en forma cinematográfica. Objetos típicos de la filmografía del realizador –espejos, relojes- nuevamente adquieren valor narrativo. De la aventura al romance, del romance al thriller, sin descuidar una meticulosa reconstrucción de época ni la construcción de los personajes, Zemeckis siempre estuvo un paso adelante mezclando acción con efectos especiales, pero siempre priorizó a sus protagonistas. Los ojos de sus dos intérpretes se vuelven esenciales para crear química, mucho más allá de la tensión sexual.

Y al mismo tiempo, como ingenioso creador de climas, rompe la tensión de la escena más decisiva con un delicioso toque de humor. Lo que confirma que poco le importa “la trama” en sí, ya que la misma es solo un Mac Guffin en función de la manipulación cinematográfica.

Aliados es un film inteligente pero de antaño. El público no se va a encontrar con golpes de efecto ni acciones gratuitas. Todo es medido y apela inteligentemente a introducir al espectador dentro de la cabeza del personaje y no lo suelta hasta los últimos minutos.

Pero Zemeckis también apunta al cinéfilo. En Marion Cotilliard, encuentra la frialdad y seducción –llena de matices- que transmitía Ingrid Bergman, mientras que Brad Pitt intenta ser una combinación entre Bogart y Cary Grant. Posiblemente, la elección no haya sido del todo adecuada, ya que el ex de Angelina Jolie no tiene el carisma suficiente para dicha emulación. Aún cuando los personajes secundarios están bastantes descuidados, vale la pena destacar lo de Jared Harris, el Claude Rains de esta historia.

El director de Náufrago es fiel a sí mismo en la coreografías de planos secuencias imperceptibles, pero también, intercediendo narrativamente en el desenlace. Ahí decide darle una vuelta de tuerca al inmortal final de Casablanca, pero también pone su firma autoral con un epílogo innecesario, pero que guarda cierta similitud con otros epílogos de su autoría, específicamente Forrest Gump.

Acompañada por una excepcional banda de sonido a cargo de Alan Silvestri –compañero eterno de Zemeckis- Aliados es un relato magistralmente narrado, placer cinéfilo absoluto, con una soberbia química interpretativa de la pareja protagónica. Un ejercicio cinematográfico brillante a la altura de los mejores trabajos de su director. Regreso con gloria de un maestro.