Algunas chicas

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

Es un bienvenido y extraño objeto cinematográfico

Hay llanto, sangre, indicios claros de una tragedia en el comienzo de Algunas chicas. Con esa escena en la que se sugiere mucho y se aclara poco, protagonizada por un personaje enigmático, el director Santiago Palavecino pone de manifiesto desde el principio su propuesta alejada del realismo y extiende una invitación al espectador a dejarse llevar por el espíritu pesadillesco de la película, sin pedir explicaciones.

Algunas chicas, que está inspirada en una obra de Cesare Pavese, apenas sigue las reglas de la forma clásica de contar una historia, poniendo ciertos hechos en un orden narrativo, porque lo que cuenta, en realidad, tiene mucho más que ver con la psiquis de sus personajes que con situaciones del mundo exterior. Celina (Cecilia Rainero), una cirujana, se va de Buenos Aires, escapando de una crisis matrimonial y llega al campo donde vive su amiga Delfina (Agustina Liendo), con su marido (Alan Pauls) y la hija de éste, Paula (Agostina López), quien sufre depresión con intentos de suicidio incluidos.

Celina forma con las amigas de Paula, María (Agustina Muñoz) y Nené (Ailín Salas), un grupo que encuentra diversas formas de matar el tiempo, que incluyen sexo, drogas, visitas al casino y nadar en una pileta. Pero nada de esto puede sacarlas de sus depresiones, desesperación y sueños perturbadores.

Tanto en su estética como en su narración, Algunas chicas es un bienvenido objeto extraño en el cine argentino. La fotografía de Fernando Lockett y el sonido, a cargo de Federico Esquerro y Santiago Fumagalli, son los pilares sobre los que se construye el clima enrarecido del film, que recuerda el cine de David Lynch.

Lo más atractivo es la original mirada de Palavecino sobre la vida de pueblo, que se aleja del costumbrismo y se anima a internarse en las zonas más oscuras del inconsciente de sus habitantes. Las actrices que interpretan a las chicas del título hacen un gran trabajo, cada una con su forma personal de darle matices y sugestión al retrato de sus personajes.