Algo con una mujer

Crítica de José Tripodero - A Sala Llena

La mujer indiscreta

Hay un germen, al menos en muchas de las películas argentinas estrenadas durante la cuarentena, que radica en utilizar los procedimientos de los géneros para motorizar inquietudes sobre temas urgentes, sin caer en trazos gruesos. Algo con una mujer, de los directores Lujan Loioco y Mariano Turek, busca articular los últimos días de Juan Domingo Perón en el gobierno con la vida de una ama de casa amante de las películas y novelas de suspenso llamada Rosa (María Soldi). Es el año 1955 y las mujeres tienen un solo lugar: la casa. Rosa, de todos modos, no parece ser la esposa promedio de esos tiempos, y es así que pone en marcha su curiosidad más allá de las actitudes represivas que tiene su marido con ella, aunque casi siempre está ausente o yéndose de la casa. No hay que ser muy avispado para entender qué papel juega este hombre en el candente momento histórico que ambienta la película, ni tampoco para advertir que será parte del entretejido de una trama policial que se divisa en el horizonte del relato.

Las producciones de época en nuestra pequeña industria resultan verdaderamente un desafío porque se lucha contra dos obstáculos: el presupuesto y el escaso valor que se le da a la preservación de edificios y fachadas históricas en las ciudades argentinas. Sobre este segundo punto surge uno de los mayores inconvenientes retóricos en esta película, compuesto por el uso excesivo de planos cortos en exteriores y de archivo documental. La trama tarda en alcanzar un punto de giro, el cual divaga entre una narración de ritmo cansino y de largas presentaciones de personajes. Esta otra articulación, la de una producción austera para una película de reconstrucción histórica con un guión parsimonioso para desenvolver el misterio, desvanece las ideas interesantes sembradas en los primeros minutos e incluso no logra recuperar la tensión sobre aquello que Rosa vio, nada menos que el conflicto de la película. Una subtrama que corre en paralelo tampoco adquiere sustancia y se pierde en la previsibilidad, bajo el concepto del triangulo de personajes. Son casi tangibles las similitudes con muchas películas del film noir pero es imposible no pensar la trama como una variación de La ventana indiscreta (1954). De hecho se estrenó en Argentina en el mismo momento de la película; apenas unas dos semanas antes de la toma de poder por parte de la “Revolución Libertadora”, como se la llamó a la Dictadura Cívico-Militar que derrocó a Perón en Septiembre de 1955.

A pesar de contar con aceptables interpretaciones de María Soldi y de Abel Ayala (el hombre misterioso), la película se debate entre el estiramiento de situaciones y la modestia en ciertos aspectos que enriquecen a una producción con las intenciones de representar un momento histórico. El cine de planos cortos y pocos desplazamientos, respecto de las películas de género, quedó emplazado en los viejos telefilms que todavía sobreviven en el canal Lifetime, pero ya quedó demodé en sus formas. El final y algunas estrategias de fotografía (encuadres y uso de colores) hacen de Algo con una mujer una decepción porque denotan una materia prima explotable, además de contar a favor con un estreno en el momento del aniversario de los momentos aquí representados. Por lo que, como sucede con La noche de Francisco Sanctis (2016), podría haberse tratado de un gran ejemplo cinematográfico, construyendo un relato de género que acompañe la recreación de un acontecimiento de la Historia argentina sin usar un marcador grueso ni apelar a la solemnidad tan recurrente en nuestro cine.