Alexander y un día terrible, horrible, malo... ¡Muy malo!

Crítica de Juliana Rodriguez - La Voz del Interior

Una cadena de eventos desafortunados

Si alguien recuerda las escenas de Pequeña Miss Sunshine en las que Steve Carrell corría junto al resto de su familia disfuncional al lado de una camioneta amarilla, las relacionará con las escenas de este filme, en el que Carrel junto a otra familia corre para alcanzar una camioneta destartalada.

Pero en el caso de Alexander y un día terrible, horrible, malo... ¡Muy malo!, la historia está filtrada por el lente de la marca Disney. Es decir, más que una película ATP es una película específicamente destinada a los más chicos, con quienes se busca identificar a su protagonista de 12 años, que va a la escuela en épocas de bullying digital y supuestos trastornos de déficit de atención.

El pequeño Alexander es uno de los cuatro hijos de esta familia, cuyo hogar es tan ordenado y alegre como una cajita feliz. El padre (Carrell) es un optimista empedernido a pesar de estar desempleado y se encarga de las tareas de la casa y de cuidar a los niños (ese es el aspecto más “moderno” del concepto familiar). La madre (Jennifer Garner) es una exitosa editora literaria; el hermano mayor es súper popular y tiene una novia linda; la hermana mayor logró el papel protagónico en la obra de teatro escolar; y el bebé de la familia sonríe todo el tiempo. El único que cree que sufre penurias es Alexander. Y un día pide un deseo: que ellos experimenten en carne propia lo que es pasar un mal día. Y el deseo se cumple, en una serie de eventos desafortunados que complican la vida de todos y que forma los pasos de comedia del filme.

Como esas películas familiares de los ‘80 que popularizó Chevy Chase, se trata de una comedia de enredos y torpezas, que logra varios momentos divertidos, aunque no escapa al final moralizante y sensiblón.