Alerta roja

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

Las películas sobre ladrones de arte que huyen de la ley, viajando por hermosas locaciones internacionales, son fáciles de disfrutar. Ofrecen escapismo a fuerza de una combinación imbatible de suspenso, acción, romance, glamour y toques de humor. En sus mejores versiones pueden ser verdaderas obras maestras, como sucede con Para atrapar al ladrón, de Alfred Hitchcock. O, por lo menos, muy buenas películas que dan ganas de verlas una y otra vez, como El caso Thomas Crown, de John McTiernan.

Alerta roja se inscribe en este subgénero, con un poco más de énfasis en la acción, y llega respaldada por algunos factores clave que parecían asegurar el éxito del proyecto. Dwayne Johnson, Ryan Reynolds y Gal Gadot son estrellas del Hollywood actual, tres de los poquísimos nombres que pueden “vender” al público una película. Son atractivos, carismáticos y tienen sentido del humor. En los papeles son el equipo ideal para un film de este tipo. En la práctica, no son suficientes.

El guionista y director Rawson Marshall Thurber tiene en su haber comedias exitosas como Se dice de mí, con Emma Stone, y Un espía y medio, con Dwayne Johnson y Kevin Hart. Más allá de las diferencias entre las películas, la constante es el buen uso de los talentos de cada intérprete. En Alerta roja está ausente esa capacidad que había demostrado Thurber para sacar lo mejor de actores que tienen mucho para ofrecer. Cada uno está en un carril distinto y hay cierta desconexión entre estos personajes que deberían sacarse chispas. Hasta el innegable encanto de Reynolds sufre por la elección de convertir a su personaje en una ametralladora de chistes con poca puntería.

El guion no tiene mayor originalidad, pero no es eso lo que se espera de una película de este tipo. Una trama complicada que a nadie le importa realmente suele ser una característica de estos films que combinan suspenso, comedia y aventura. Lo imprescindible son personajes bien delineados, diálogos ingeniosos, escenas de acción vistosas. Apenas hay rastros de eso en Alerta roja, que se esfuerza por sorprender con algunas vueltas de tuerca en esta historia de dos de los mejores ladrones de arte del mundo en busca de unos huevos decorativos que pertenecieron a Cleopatra y el agente del FBI que los persigue.

La utilización en la trama del robo de tesoros históricos por parte del nazismo resulta banal, aportando nada más que otra excusa narrativa y a la que le falta un verdadero sentido, como la justicia poética que tenía su inclusión en las películas de Indiana Jones.

Alerta roja tiene algunos momentos logrados y un ritmo adecuado, pero llama la atención la poca sofisticación de su estética. Parte del encanto de las películas de intriga internacional es sacar provecho de la belleza y elegancia de las locaciones, construyendo un mundo de ficción del cual disfrutar junto con los personajes. El abuso de la utilización de drones, efectos CGI que se notan demasiado y una fotografía con poco vuelo juegan en contra de las mejores escenas y los momentos en los que los actores pueden lucirse, dándole el aspecto de una película con menores recursos de producción.