Álbum para la juventud

Crítica de Milagros Amondaray - La Nación

Álbum para la juventud es un cándido retrato del tiempo suspendido

El largometraje de Malena Solarz llega al Gaumont tras su estreno en la Competencia Internacional del Festival de Cine de Mar del Plata

Álbum para la juventud es una película que habla de la libertad y que se concibió del mismo modo. El largometraje de Malena Solarz -quien codirigió junto a Nicolás Zukerfeld El invierno llega después del otoño y el cortometraje Una película hecha de- fue pensado y trabajado junto a sus actores, en un ejercicio polifónico en el que el guion se fue construyendo a base de espontaneidad, de los aportes frutos de las vivencias de la posadolescencia, de la valoración del dejar ser. Así se fue gestando una coming of age [film de camino a la adultez] donde no hay sensación de urgencia.

Por el contrario, los jóvenes Pedro y Sol, protagonistas excluyentes, dialogan sobre esas trivialidades que van, paulatinamente, creando un escenario suspendido en el tiempo, a partir de charlas acerca de qué colectivo tomar para llegar a un determinado lugar, cómo van avanzando los estudios de cada uno y qué harán al día siguiente.

Desde viñetas de un taller de escritura en el que Pedro va aprendiendo sin premura hasta la reminiscencias de Sol de sus inicios en la música mientras prepara un examen para el conservatorio, a Solarz le interesan esos pequeños momentos habitados por esas figuras nobles que disfrutan del ahora.

Con ciertas similitudes a La vida de alguien de Ezequiel Acuña -cuya dirección de fotografía también estuvo a cargo de Fernando Lockett-, pero con una narrativa sin conflictos para destrabar o pasados agobiantes, Álbum para la juventud se va escribiendo sobre la marcha, con candidez, y con un cierre que no es tal: más bien el prólogo a una nueva historia.