Alba

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

“Busco una narrativa que cuente poco pero haga sentir mucho”, explica la directora ecuatoriana Ana Cristina Barragán en las notas de prensa de su ópera prima, Alba, que luego de un agitado recorrido por festivales de cine de todo el mundo desembarca en la plataforma Puentes de Cine. Sobre esa primacía de lo sugerido por sobre lo enunciativo se construye esta historia de iniciación centrada en una nena cuya vida da un inesperado giro de 180 grados.

Alba tiene 11 años, es silenciosa y amante de los animales pequeños, un gusto que no parece casual en alguien con enormes dificultades para vincularse con sus pares. Vive junto a su madre, quien a raíz de un grave problema de salud debe pasar varias semanas internada, obligando a Alba a mudarse temporalmente con su padre, un hombre a quien prácticamente no conoce.

Desde ya que las cosas no serán nada sencillas para esa joven tímida y con un mundo interior complejo y cargado de emociones, así como tampoco para ese padre al que no todos los denodados intentos por comunicarse con ella dan resultado.

La cámara de Barragán, pegada durante casi toda la película a Alba (gran trabajo de Macarena Arias), es el indicio formal más visible de la cercanía emocional entre directora y protagonista. La realizadora ecuatoriana respeta a rajatabla los sentimientos de esa chica frágil y misteriosa que, en medio de una crisis familiar, afrontará también los primeros escarceos con la sexualidad y el universo adulto. El resultado es film pequeño y emotivo, hecho con silencios y miradas antes que palabras, que registra con sutiliza las complejidades inherentes de esa aventura diaria que es crecer.