Alamar

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Buena excusa para ver lindos paisajes

Para quien tenga dólares a mano y todavía no sepa dónde ir de vacaciones, esta película le muestra un lugar ideal: la reserva de Banco Chinchorro, Yucatán, un cinturón de arrecifes sobre el mar Caribe a 30 kms. de Quintana Roo, pura tranquilidad, cielo azul, arena blanca, peces a la vista en el agua limpia y tibia, todo un poco primitivo, es cierto, sin internet ni comodidades, pero otra que Cabo Polonio. Y para quien no tenga dólares y pase el verano acá nomás, con mayor razón puede disfrutar la película.

La historia que nos cuenta es muy sencilla, y apenitas la cuenta, porque es una obra más bien contemplativa. Una profesional italiana se ha vuelto a su tierra, un hombre joven sigue en la suya, en una choza rústica tipo palafito, y el pequeño hijo de ambos debe estar un tiempo con cada uno. En este caso, el niño está con el padre, aprendiendo a gozar de la naturaleza y la ternura y enseñanzas que le dan los mayores, como nadar bajo el agua, andar en lancha, acercarse a una garza, vivir al día, irse a jugar a otro lado cuando el cocodrilo está cerca, bueno, ese tipo de cosas que aprende y disfruta un niño junto a su padre y su abuelo en cualquier pueblito de pescadores.

Eso es todo, pero se disfruta a gusto, y antes que uno empiece a aburrirse ya se termina, porque es una película cortita, como las vacaciones. El lugar exacto es Cayo Centro, una pequeña isla de la reserva. El protagonista es, en la vida real, un joven ornitólogo que trabaja ahí mismo como naturalista y guía turístico. El niño es su hijo. Y la mujer es su mujer, sólo que acá, para hacer un poquito de tensión dramática, dicen que están separados, pero en la vida real ella ni loca piensa volverse a Italia.

Autor, guionista, productor, cámara, montajista, Pedro González-Rubio, que dedica esta obra a la memoria de su abuelo el veracruzano Servando González, que también fue director de cine. La primera del abuelo, «Yanco», 1961, es sobre un viejo músico y un niño que quiere aprender el violín, y por ahí todavía se consigue. Son obras muy diferentes, pero ambas valen la pena.