Alamar

Crítica de Melody San Luis - Fancinema

Un mar de sensaciones

Como el mensaje que recorre el mundo en una botella en el mar, va un niño buscando su lugar. Son varios los planteos que trabaja Pedro González Rubio en la película que dirige. Pero por sobre todo sabe imponer su estilo y experiencia de vida tanto en el sonido como en las imágenes. Alamar es una pequeña historia que provoca un cúmulo de sensaciones. El film transcurre con la serenidad que tiene el mar, pero así como este es impactante e imponente.

Uno de los grandes dilemas del Siglo XXI es los hijos de padres separados. Esta película trabaja sobre este punto pero se le agrega algo más. Natan con sólo 5 años vive la separación de sus padres quizás un poco más extraña que cualquier chico. Su padre vive en México y su madre en Francia, distancias que hacen que el niño tenga que hacer el trastornado viaje y separarse no sólo de su padre, sino de una cultura y un país. Asimismo, a la madre y al padre los diferencia algo físico, ella una mujer de ciudad y él un hombre de mar. La película encara la llegada de Natan a México. El pequeño conocerá un mundo totalmente distinto al que había vivido hasta ahora. Pasará del asfalto a dormir en una cama paraguaya en una casa en el mar. De todos los lujos y ruidos de cuidad pasará a entretenerse con los animales y despertar con el cantar de los pájaros. Y una más, dejará de ser quien consuma el producto terminado y pasará a pescar y preparar el alimento para su distribución (no hablo de trabajo infantil, Natan sólo es observador de esto).

Difícil es precisar cuál es su mayor acierto. Posiblemente es porque sea una combinación de cosas. Por un lado, ese constante y hermoso sonido de fondo que funciona casi como un somnífero. Es alegre y bella la combinación del sonido del mar con el de los animales. Después, las imágenes son fantásticas. La delicadeza con la cual se toma enfoque a los pies pequeños de Natan junto de los de su padre es genial. Todo el tiempo logra mostrar con las imágenes de una manera muy dulce el afecto padre e hijo. Así como también la demostración de protección. De más esta decir que el lugar donde acontece la película es muy hermoso y beneficia por los colores y la vitalidad.

Un pequeño siempre llama la atención, en este caso Natan es ideal para el film porque muestra una personalidad tan serena como el mar; una sonrisa más bella que el desplegar de los pájaros; la tenacidad y paciencia de una tortuga. Natan es una especie de guía para el espectador que nos lleva a la infancia, al disfrute máximo de cada momento. La sonrisa con la que mira el mundo es la mejor imagen que trasmite la película.

Sin duda, Pedro González Rubio logra explotar al máximo el lugar de la filmación. Realiza una combinación de imágenes y sonidos excelente. Pero así también el guión es importante. Los diálogos no son demasiados. Es como si volviéramos a la teoría de por qué sirven los sonidos y por qué el cine empieza a tener sonido. Rubio demuestra en su film que la imagen y el sonido no se pisan sino que se complementan. Entiende que con los dos recursos está trasmitiendo su mensaje.