Alamar

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Una pareja, Roberta (Roberta Palombini) y Jorge (Jorge Machado), se separa luego de una relación muy intensa que dejó buenos momentos, mucha pasión y un hijo Natan (Natan Machado Palombini). Jorge, que tiene sus raíces en el pueblo Maya, lo pasará a buscar para llevarlo de viaje a un lugar de la costa mexicana. Esto que sucede en los primeros cinco minutos de “Alamar” oficia de simple presentación, para luego adentrarse en lo que aparentemente le importa al realizador, la relación que se construye entre padre e hijo antes de que éste último emprenda el camino de regreso a Roma, lugar donde Roberta ha decidido radicarse post separación y de donde es oriunda.

Todo, desde la dirección de arte a la compaginación, desde la fotografía a los encuadres (sobre todo los planos generales de Banco Torrico donde tiene lugar la acción), tiene un formato netamente televisivo, independientemente de abordar la relación entre Natan y Jorge como si fuera un documental.

Los diálogos son circunstanciales, simplemente porque no están guionados. Es como si el director hubiera decidido estar más próximo a un reality show que al cine. El padre lleva a su hijo lejos del mundanal ruido para mostrarle su forma de vida. Vemos a ambos yendo a pescar (langostas, peces, etc), bucear en la zona de corales, cocinar, conectarse con la naturaleza, etc. Todas las actividades que se desarrollan van construyendo un vínculo que se da de forma muy natural dado que los protagonistas hacen de ellos mismos.

En este sentido se produce una ambigüedad: por un lado, el realizador no toma riesgo alguno al encarar el proyecto en ficción en pleno o en documental puro, pero por otro, logra lo que se propone, es decir presentar y describir los lazos afectivos desde una visión simple y lineal. Escenas en las que el padre le enseña a sacar las escamas a un pez, hacer un estofado, o aprender a respirar para ver la vida debajo del agua, son pequeños destellos que ayudan al espectador a entender rápidamente como funciona la dinámica de la propuesta.

“Alamar” no tiene más pretensiones que eso, y logra su objetivo. Básicamente no hay nada para reprochar. Eso sí, en lo particular, prefiero pensar que el cine trata de algo más que de una experimentación por la experimentación en sí misma. En este aspecto la obra resulta más cercana a alguna emisión del Discovery Channel que del lenguaje cinematográfico.