Aladdín

Crítica de Caty Filgueira - Cuatro Bastardos

Aladdín: ¿Otro remake más?
Un nuevo film de Disney llega a nosotros y en esta ocasión se trata de la versión live-action de Aladdin.
Vivimos en la era de las remakes. En particular, los últimos años han visto la era de las adaptaciones de animación a live-action. Esto por sí mismo puede dar lugar a muchos debates, pero la realidad es que ha permitido a muchas personas reconectarse con los clásicos de su infancia. Podemos discutir de acá al fin de los tiempos si eran necesarios o no, pero la realidad es que los clásicos de Disney están aquí para quedarse (en un estilo u otro).
Esta vez, es el turno de Aladdín. El clásico infantil que nos trajo a un ladronzuelo de buen corazón, un genio azul un poco loco y una princesa muy vivaz con un tigre de mascota que quiere ver el mundo más allá de las paredes del palacio. Toda una mezcla de ingredientes muy distintos.
En este caso, la llegada del film nos hace sentir varias cosas distintas: curiosidad, dudas y, principalmente, preocupación. Al fin y al cabo, se supone que apunta a las fibras sentimentales de los espectadores pero sus predecesoras no han sido exactamente brillantes que digamos y las primeras imágenes que hemos ido viendo han sido cuestionables en algunos sentidos.
Primero y principal, la música. Aladdín es reconocida por algunas de sus canciones, como la inolvidable Un Mundo Ideal (A Whole New World). Y la verdad es que las nuevas versiones de las canciones clásicas son impresionantes. Es con las nuevas, las creadas específicamente para esta remake, que te dejan un poco dubitativo. No son malas, pero no están al nivel del resto (quizá sea simplemente nostalgia, pero afecta).
Segundo, el foco que se le puso a otros temas, como la posición de la mujer en esa ciudad. Jazmín debe enfrentar directamente (o más obviamente) el hecho de que debe casarse para que alguien más reine y que las mujeres en su sociedad deben «ser vistas y no oídas», según el mismísimo Jafar. No que la temática no estuviera ahí desde un principio, después de todo la búsqueda de Jazmín por un marido se debe a una ley en cualquiera de las versiones, pero se siente como si quisieran forzar la temática al centro del escenario un poco abruptamente. No es necesario, especialmente si tu audiencia está compuesta de mujeres. Créannos que lo entendemos. El tema está bien, es actual e importante, la forma en que le dan protagónico es el problema. Aunque debemos admitir que la conversación final de Jazmín con el Sultán nos gustó (no decimos más).
Tercero, Will Smith. ¿Recuerdan lo que se mencionó al principio sobre el genio siendo algo dudoso? Bueno, cambiamos de opinión apenas empezó a cantar estando atrapados en la cueva (Friend Like Me) y es increíble lo bien que, para variar, usan los efectos especiales. Si no te enamorás del genio ahí, fallaste como genio. Y Will Smith sabe traer a la vida el personaje que todos amamos mucho más allá de su piel azul. El genio vive. Se mete en su personaje y, a pesar de traer todo el encanto y locura que asociamos con el personaje, lo hace suyo, a tal punto que quizá hay un momento o dos donde dudás si es el genio o Will Smith mismo, pero logra que lo quieras. Ah, ¿y se acuerdan del genio vestido de mujer para la escena del príncipe Alí? Si, eso. Piénsenlo.
Cuarto, el elenco en general es impecable. Jazmín (Naomi Scott) es hermosa, tanto física como humanamente. Es Jazmín en el segundo que la vez, no te cabe duda. Insistimos con que a alguna de sus canciones nuevas parece que les faltó algo, pero no por ella. Y Aladdín (Mena Massoud) es la rata de alcantarilla que todos amamos y sabe robar algo más que fruta en Agrabah. Jafar (Marwan Kenzari) está bien logrado, porque su personalidad se le escapa por cada poro y es imposible no querer odiarlo.
El film apunta alto, tanto estilísticamente (el diseño de set, de vestuario, el cuidado a los detalles, la elección de elenco, el uso de los efectos especiales) como narrativamente. No es 100% el film que se estrenó originalmente en 1993, pero no debe serlo tampoco. Lo qué sí hace perfectamente es capturar la esencia de lo que Aladdín representa y lo que genera en los espectadores: como la chica en la audiencia que estuvo todo el film al borde de asiento aplaudiendo y cantando a la par. Eso deben lograr este tipo de films y, acá por lo menos, es un objetivo más que cumplido.