Al filo del mañana

Crítica de Leandro Filozof - Revista Veintitrés

La marmota de Cruise

Volvía en subte de ver la película sin la más mínima idea de qué escribir. Salí por la escalera mecánica, que no funcionaba, y en el primer escalón mi cuerpo reaccionó como si de todos modos fuese a subir sin ningún esfuerzo, víctima de la inercia. Ahí todo se volvió un poco más claro. Al filo del mañana, probablemente como todas las películas de ciencia ficción hollywoodenses, propone esa misma premisa: automatizar al cuerpo para un recorrido sin desafíos emocionales o intelectuales ni tropiezos y con un destino claro e inconfundible. Claro, a veces no funciona, como la escalera, y otras, dicho mal y pronto, entretiene.

Dirigida por Doug Liman –responsable de la saga Bourne con Matt Damon–, Al filo del mañana tiene como protagonista a Cage (Tom Cruise), un antihéroe que se ve obligado a pelear en una guerra contra una invasión alienígena junto a una heroína –Blunt, objeto de la inevitable historia de amor– y algunos estereotipados personajes extraños, que confrontan con la idea de soldado convencional, pertenecientes al “Escuadrón J”. La novedad de la película, por así decirlo, está en utilizar el mismo recurso que El día de la marmota: Cage vive una y otra vez la pelea final tratando de encontrar el modo de ganar la guerra. Pasando, si se pudiese, por alto la repetición y no inocente idea de un héroe estadounidense que debe salvar a la humanidad y el final poco jugado –seguramente parte de la ecuación para no incomodar al público–, la sucesión de efectos especiales y escenas de acción permiten llegar al desenlace, como cualquier escalera mecánica en funcionamiento.