Al filo del mañana

Crítica de Juan Pablo Schapira - Tranvías y Deseos

Hay mujeres que no sé si te las cruzás en la calle, así al natural, no sé qué te pasa si te las encontrás así, pero que en una pantalla de cine son una visión (esa palabra y lo que quiero que signifique sonarían mucho mejor en inglés). Además, el cine mismo sabe de estas cosas y se las arregla para darnos el gusto. Hay un plano de Emily Blunt en el film que se repite tres veces. No está en una posición del todo llamativa y tiene demasiada ropa, pero todo esto que intento explicar entra a jugar y les juro que la imagen te vuela la cabeza. Y ni siquiera está sonriendo. Emily es la de los personajes serios, ariscos, fuertes. Hay que remar toda la película para sacarle una sonrisa.

A mi parecer no todo funciona bien en “Al filo del mañana” y es por eso que no es en vano la introducción levemente babosa. El público necesita esperar una sonrisa, un cruce de miradas; más si el destino del mundo está en manos de la cruzada de un hombre y una mujer. Él es Tom Cruise, y la historia es esa: el mundo se termina y solo ellos pueden salvarlo. Ambos actores se entregan al juego, y ahora vamos con eso. Resulta que la película propone un truco que ellos vuelven digerible. Se trata de un recurso ‘marmotesco’ (por “El día de la marmota” o “Hechizo del tiempo”, que si no la vieron háganlo ya; aunque con ver el trailer sabrán a qué me refiero) que se pasa de rosca y necesita un contrapeso.

Porque Doug Liman es un director canchero, que cree que se las sabe todas. Sigue filmando la acción con la misma espectacularidad, con el ojo puesto en la búsqueda de impacto, y el resultado en ese campo es dispar. Sin embargo, a Liman le tocan guiones que le ofrecen algo más: personajes intensos y relaciones afectivas válidas de ser puestas en escena. Son esas cosas que el género de acción puede edulcorar (como en “Solo 3 días”) o puede desarrollar en su justa medida. No hay mejor ni peor camino, todo está en ‘cómo’ se lleva a cabo, y Liman toma la segunda senda. Aunque, siendo él un director canchero, tiende a no registrar esta característica en sus actores, y eso trae problemas. De una combinación de este tipo resultan films como “Sr. & Sra. Smith”. No se puede aparecer en pantalla sin la mínima reserva para la sorpresa, para el imprevisto. El espectador no va a interesarse pues el juego se queda del otro lado.

“Entregarse al juego”, decía yo antes, implica eso, involucrar al espectador. Y Tom Cruise tiene un master en el asunto porque, aunque sabemos que se las sabe todas y que no se puede morir, las cosas le pasan de verdad: las buenas y las malas, las cómicas y las no tanto. Emily Blunt se adapta sin problemas a esta función, aportando además lo que señalamos al principio. No tiene que demostrarnos que es buena actriz todo el tiempo, aunque esta película la confirme como heroína de acción (si no fue eso lo que hizo en “Looper”, vi otra película). El resto del elenco cumple y el cuentito se cuenta bien, con un montaje con el dinamismo suficiente como para no quedarse dormido.