Akelarre

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

El director de Eva no duerme regresa con esta co-producción española que se estrena a través de CineAr, se puede ver en pantalla grande en el Gaumont y además se encuentra disponible a través de Netflix. Una historia de mujeres acusadas de brujería en el viejo País Vasco.
En uno de los cuentos más hermosos de Steven Millhauser, La hermandad de la noche, el escritor retrata a un grupo de jóvenes chicas que se reúnen entre ellas de noche a escondidas, pero lo hace desde un punto de vista externo y colectivo, desde habladurías y conjeturas antes que de pruebas reales. Porque pocas cosas hay tan misteriosas como el universo femenino.
En una atmósfera de acusaciones furibundas y rumores histéricos, una atmósfera donde las habladurías y rumores han reemplazado totalmente la atenta evaluación de las pruebas, al punto de que la imparcialidad misma parece estar de parte del diablo, será útil adoptar un tono más sereno y declarar qué sabemos en realidad. Sabemos que las jóvenes tienen entre doce y quince años. Sabemos que viajan en grupos de cinco o seis, aunque en ocasiones se han avistado grupos más pequeños y más grandes, de dos a nueve. Sabemos que solo salen y regresan de noche. Sabemos que buscan lugares oscuros y secretos, como casas abandonadas, sótanos de iglesias, cementerios y el bosque del norte de la ciudad. Sabemos, o creemos saber, que han hecho un voto de silencio.
La hermandad de la noche – Steven Millhauser
Escrita por el director junto a Katell Guillou, Akelarre es una película de época que retrata una historia antigua con una mirada mucho más actual. A principios del siglo XVII, un juez arriba a un pequeño pueblo de marineros y apresa a unas jóvenes que habían sido vistas bailando en el bosque en medio de la noche. Allí las interroga esperando descubrir los secretos de un ritual de brujería.

Las chicas son muchachas que en un principio no entienden nada de lo que está pasando, que cantan y bailan y juegan entre ellas. Pero cuando deducen que están en verdadero peligro empiezan a jugar con sus versiones de los hechos, lo que en el Juez genera algo más que curiosidad. Estos hombres no serán nada benevolentes y las tratarán de manera brutal con tal de que les digan lo que quieren oír. Son hombres que no entienden lo que no conocen y el mundo interior femenino les es algo completamente ajeno.

La trama de Akelarre es simple: unas jóvenes contando historias para aplazar el destino fatal que les espera a las acusadas de brujería. Con la esperanza de ser rescatadas con la luna llena, es casi como una película de juicios en la cual lo sobrenatural no tiene lugar y el acercamiento al tema es desde lo intimista, lo psicológico, mientras el reloj corre. El corazón de esta película son estas actrices, muchas sin experiencia previa, que le aportan mucha vitalidad y naturalidad a sus personajes. Y es desde sus propios ojos que vivenciamos la historia.
Las muchachas, tal como tratamos de imaginarlas, siguen desapareciendo en lo desconocido. Son penetradas por lo desconocido como si de un fluido negro se tratase. ¿Es posible que nuestra búsqueda del secreto esté mal encaminada porque no incluimos lo desconocido como un elemento crucial de ese secreto? ¿Es posible que nuestro odio por lo desconocido, nuestra necesidad de diluirlo, de destruirlo, de profanarlo mediante agudos y brillantes actos de entendimiento, haga que lo desconocido se hinche con un poder oscuro, como una bestia que se alimentara de nuestra espada? ¿Buscamos quizás el secreto equivocado, el secreto que nosotros mismos anhelamos? Por decirlo de otra manera, ¿es posible que el secreto esté expuesto ante nosotros, que ya sepamos qué es?
La hermandad de la noche – Steven Millhauser
En Akelarre estas jóvenes que viven de manera desprejuiciada y libre son el blanco de los hombres que sólo las quieren sumisas y serviciales. Por eso una mujer que baila es una bruja. Por eso una mujer joven y bella que seduce no es más que el arma del Diablo. Excusas que han sido utilizadas para oprimir al mal llamado sexo débil.
La película ganó varios premios Goya enfocados en el Arte y Vestuario, aunque también en la Música, entre otros y es que sin dudas estamos ante una película de época muy lograda desde lo visual, con una notable puesta en escena. Agüero retrata el tan tratado tema de la brujería desde una óptica muy realista y cercana, donde las mujeres impuras o lascivas son el blanco de la violencia machista. Está inspirada por el “Tratado de la inconstancia de los malos ángeles y demonios” de Pierre De Lancre, un inquisidor que persiguió a quienes amenazaban su buena moral. «Los hombres temen a las mujeres que no les temen».
Akelarre narra una historia sencilla y lo hace de manera impactante y hermosa, como esos últimos segundos con que se cierra. Una película cautivante que pone en foco el empoderamiento femenino sin que se sienta forzado, manipulado porque a la larga, ¿no fueron las brujas siempre nuestros personajes favoritos? Los míos, sin duda, y con el tiempo entendí por qué. Porque lo que las hacía fascinantes no era su supuesta maldad o los poderes que habían conseguido, sino la libertad con la cual se movían sobre la tierra. Porque, como escribe Mona Chollet en la introducción a su libro «Brujas»: «La bruja encarna a la mujer liberada de todas las dominaciones, de todas las limitaciones; es un ideal hacia el que tender, ella muestra el camino.»