Akelarre

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

¿Puede haber alguna discusión que la caza de brujas de los siglos XVI y XVII en España no fue otra cosa que una persecuciòn sistemática de mujeres?. Realmente esto es lo que queda claro como idea central de un film dirigido por el argentino Pablo Agüero, destacado en los Premios Goya del domingo pasado, que habla de la inquisición española y la caceria indiscriminada de mujeres acusadas de participar de ritos malèficos o paganos.

Agüero que ya de por sì tiene una preocupacion especial por ficcionalizar temas de la historia (ya hemos escrito sobre Eva no duerme Leedor) y la relación entre las mujeres y las religiones (Madres de los dioses), se basa en un tratado escrito a principios del siglo XVII por el juez Pierre Rosteguy de Lancre que en el contexto de plena contrarreforma recorrió el País Vasco francés condenando a decenas de mujeres a la hoguera por aquellos supuestos actos de brujería.
Hay en el film de Agüero no sólo una voluntad ideológica objetiva que parte de la idea de construir un punto de vista desde las mujeres, representativas aquí de la conservaciòn de los mitos populares, de lo familiar y lo social, frente a la de los hombres representantes del poder ejecutado en connivencia entre la monarquìa conquistadora y la iglesia contrarreformista. Tambien hay en el film una intenciòn sòlida desde lo fìlmico en tanto representacion de la representacion, ficciòn de la ficciòn, conjunto de dispositvos puestos a disposicion de inventar un mundo para quièn quiera creer en él. Lo que es el cine, en definitiva. “Y si el sabbat no existiese? si solo fuese un sueño?” pregunta el notario del juez en plena fogata hacia el principio a lo que el juez contesta: “Si sólo fuera un sueño, como puede ser posible que tantas mujeres tengan el mismo sueño?”
En la semana del 8M, el film que se estrena el proximo jueves en Argentina, impone la pregunta de si podemos imaginar asì y de esa manera a estas mujeres històricamente representadas como seres pecaminosos y diabòlicos. Mujeres que para sobrevivir a la quema en la hoguera idean hacer tiempo (¿què hacía Scherezada si no tiempo con sus cuentos nocturnos?) y hacer que esos hombres que las juzgan y necesitan su confesiòn (elemento bien contrarreformista) escuchen lo que quieren escuchar.
En esos relatos en los que toma protagonismo una de las jovenes acusadas, y al mejor estilo del origen de los cuentos orales, Ana comienza a inventar la historia de las reuniones en el bosque y las danzas del aquelarre. El juez es “hechizado” con la eròtica de esos relatos y comienza a planear la representacion de la danza que deberà ser observado y registrado para tener un elemento concreto en la acusacion.
En el plano de lo filmico, una càmara movediza que representa la violencia cuando la hay y la calma cuando la hay, una fotografìa de paisajes arcádicos y los efectos de contraluces, abundantes primeros planos sujetos a los gestos del buen elenco con que cuenta y uan gran direccion de actores. Se destaca la mùsica original y las canciones que recrean una cancion popular de pescadores que las mujeres cantan y bailan, y se convierte en una cancion que invoca a Lucifer. Se puede escuchar aquì.
Hay que destacar que es coproduccion con INCAA de Argentina, pero en todo caso con sus multinominaciones y los premios que recibiò en los Goya 2021, el cine español,junto con El año del descubrimiento parecen estar reviendo algunos los discursos de su propia historia.
Bienvenido sea.