Ajami

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Como barril de pólvora

Luego de un año de haber hecho furor con su presencia durante el festival de cine independiente de Buenos Aires (BAFICI), se estrena este film, coproducción palestino/israelí, codirigida por el palestino Scandar Copti y el israelí Yaron Shani, debutantes con esta producción en el largometraje.

Esta doble mirada es una de las patas más fuertes en donde se sostiene el texto. No es casual que no haya en ningún momento una toma de partido o posición unilateral, su mirada es bastante general sobre un problema particular y al mismo tiempo universal.

Asimismo, tiene otro plus en beneficio, ya que viene precedido por haber estado nominado al “Oscar 2010” de la Academia de Hollywood, en el rubro mejor película en idioma extranjero, donde la triunfadora resulto la argentina “El secreto de sus Ojos”, realización de Juan José Campanella.

Recibió entre otros muchos premios el de la “Cámara de oro” en el festival de Cannes del año 2009, con todos los merecimientos ya que es poseedora de una mirada y un decir de discurso apocalíptico sin concesiones, centrado en el conflicto árabe/israelí, pero no se queda ahí, lo extiende, lo abre, lo anticipa, lo proyecta. No es un círculo cerrado, es una historia de violencia cotidiana en espiral descendente.

La discriminación, la religión, la amistad, el amor, el futuro, la guerra, la paz, la corrupción, los fanatismos, el dinero fácil, la droga, todo expuesto, narrado y construido a partir de un guión perfecto.

La estructura tiene algunos antecedentes muy claros. En principio al puesto de moda por Tarantino, esto es, con saltos temporales, contada en cinco capítulos, donde las cosas que suceden al principio no parecen tener justificación, pero que al final va cerrando una por una cada historia, dándole al texto una coherencia interna increíble.

Por otro lado, también se puede equiparar con otro ya clásico moderno como “Amores Perros” (2000) del director Alejandro González Iñarritu, en el cual un hecho es disparador o cierre de varias historias. Lo mismo sucede en el film que nos convoca.

Los relatos transcurren casi exclusivamente en el barrio Ajami, de la ciudad de Jaffo, al sur de Tel Aviv, barrio en el que conviven, perdón sobreviven, conjuntamente palestinos, cristianos, israelíes, judíos laicos y ortodoxos, árabes.

Las tres, o las cinco (o las miles de historias) que se van construyendo alrededor de sendos personajes. Un joven palestino, Omar, ve como esa violencia cotidiana y circular sólo genera más violencia, un sinfín de intolerancia de todo tipo con consecuencias casi imposibles de suprimir, el intento de tratar de entender por parte de éste joven tampoco hace de esta situación, que lleva ya demasiado tiempo, algún tipo de prevención. Por su parte Malek es palestino, inmigrante ilegal, que trabaja en Israel con el sólo fin de juntar dinero para la operación de su madre. Su primo es el novio secreto de la hija cristiana del patrón de bar en el cual trabaja Malek. Dando es un policía israelí que busca a su hermano, un soldado desaparecido en circunstancias no muy claras, quien como parte de una investigación por drogas llega a la casa de Bin, un palestino de novio con una joven israelí de religión judía, quien debe dar explicaciones constantes a sus familiares.

Tal cual ese gran film Serbio con un titulo más que alegórico, “Como Barril de Pólvora” (1999) de Goran Paskajlevic, estamos también aquí en presencia constante de un estallido mayor e incontrolable, merced a la calidad del guión, la realización integral y la presencia de un elenco sin fisuras asumiendo personajes en conflicto, moviéndose en un universo complejo y conflictivo.