Ajami

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Intenso drama étnico, Ajami atraviesa conflictos milenarios entre judios, musulmanes y cristianos a través de personajes desesperados por sus tragedias y enceguecidos en sus odios, en medio de evidentes fragilidades. El título hace referencia a un barrio árabe llamado Jaffa Ajami, escenario de ataques y revanchas entre jóvenes enfrentados, pequeñas piezas de un gran tablero sangriento en el que están en juego el resentimiento, los clanes familiares, las mafias, las armas ilegales y la droga.
La historia se va narrando a través de varios personajes, testigos y partícipes de una situación siempre insostenible, al borde del drama y de la muerte. Un niño israelí que es capaz de predestinar y un adolescente palestino que busca financiar una operación vital para su madre enferma son sólo un par de ejes narrativos de una trama compleja pero lineal, en la que la vida rara vez se impone. Sin proponer un derrotero sin salida ni una densidad asfixiante, los directores Scandar Copti y Yaron Shani, palestino y hebreo respectivamente, construyen con destreza, convicción y espíritu documentalista un film implacable y a la vez repleto de humanidad. Un notable grupo de actores no profesionales otorga una sorprendente verosimilitud dramática al conjunto.