Aires de esperanza

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Mensaje alentador acerca de nuevas oportunidades

En Aires de esperanza, Jason Reitman sabe generar climas de perversa placidez, en los que el abandonarse al disfrute conlleva el temor de ser traicionada otra vez.

Esta película fue titulada al castellano como Aires de esperanza, una proposición que pierde fuerza ante el original Labor Day (Día del Trabajador), otra que transmite el espíritu del relato, centrado en el trabajo personal de renacer, continuar y madurar que deben realizar los personajes, durante un fin de semana largo que esa celebración ofrece, previo al comienzo de clases, mientras el mundo a su alrededor descansa.

Adele (Kate Winslet), se sume en la depresión que le generó la separación de su marido, quien hace tiempo rehízo su vida con su secretaria y ya cría una hija pequeña.

Es acompañada por su hijo Henry (Gattlin Griffith), un chico de 13 años, que entre las cuitas de la adolescencia llega a percibir que la presencia del sexo opuesto en la propia vida implica mucho más que la activación de órganos y fluidos.

El hecho es que Henry procura, con elementos insuficientes, llenar el vacío que dejó el hombre de la casa cuando los abandonó, y acompaña a su madre hasta donde le permite su alcance, proponiéndose como un “marido por un día”.

Ese estado de indefensión cobra visos peligrosos cuando, en la salida mensual de compras son abordados por un hombre amenazante (Josh Broslin), y virtualmente obligados a alojarlo en su casa.

Frank es su nombre. Está herido, y pronto las noticias revelan que se trata de un convicto fugado del hospital a donde fue llevado para una intervención quirúrgica.

La policía lo busca; la gente del pueblo ya ha visto su rostro en los noticieros y Frank es una bestia cercada. En tren de negociar un refugio, él exige y Adele impone sus condiciones para ofrecerle refugio.

Conforme pasen las horas, las defensas de estos tres seres, hasta ahora condenados a la supervivencia, irán dejando paso a las criaturas vulnerables que la vida hizo de ellos.

Como en La vida de Juno, Reitman construyó en Aires de esperanza un cuento profundamente sensible y humano, con personajes complejos que va revelando entre facetas.

También logra un vínculo fluido entre los protagonistas, quienes completan un conjunto sólido.

Para dejarse conmover con un mensaje alentador acerca de las nuevas oportunidades.