Aire libre

Crítica de Flor Salto - Loco x el Cine

Tiempo al tiempo.

Separarse por las malas o convivir a los insultos, da igual si en el medio quedan los hijos. Después cuando el nene se comporta “extraño”, no hay que buscar excusas… Por más que lo amen, no es saludable revolearse con la vajilla por encima de su pequeña e inocente cabecita.

Lucía (Celeste Cid) y Manuel (Leonardo Sbaraglia) son una pareja que ya viene experimentando la crisis matrimonial, la cual se potencia cuando toman la decisión de mudarse a un terreno más amplio y alejado de la ruidosa cuidad porteña. Directo desde el pasto verde de la casa, es donde todo comienza, y las diferencias de género resuenan cada vez más cuando al abandonar el pago del viejo departamento, ambos deberán regresar a la casa de sus respectivos padres. Ese ‘ping pong’ cotidiano se convertirá en un dolor de cabeza para todos, y hará que la pareja se replantee inconscientemente una relación que ya hacía rato no conectaba con la realidad.

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Aire libre no es más que otra historia de pareja fallida, ubicada en un contexto muy moderno, con dos integrantes de familias opuestas; una hippie (liderada por Fabiana Cantilo) y la otra conservadora. Ninguno tiene las cosas claras, y cuando eso pasa, es lógico que nada ande bien: el trabajo, la salud, las amistades, etc. Uno no sabe lo que quiere, y por eso se manda muchas ‘macanas’. Pero lo peor que puede pasar es perder el respeto mutuo. Llegar a ese punto hace que todo se descontrole.

A mi gusto hay un innecesario exceso de ‘piel’, con un desaprovechamiento de dos talentosos actores locales. De hecho hacia el final hay una escena muy dramática que podría haber explotado un guión bastante insulso, pero queda en la nada. El film se basa en una premisa sencilla que ni suma ni resta, donde los protagonistas llevan adelante actividades que al espectador ni le interesan.

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Al menos me sirvió para ver lo feo que queda ser violento en las relaciones, porque sí, como ya dije, ‘se revolean con la vajilla’. Pienso que la directora y guionista quiso expresar la sensación de hartazgo y claustrofobia hacia la cual se puede dirigir una pareja si no toma la rápida decisión de cortar por las buenas. Por instantes lo hizo de manera más bien metafórica y por instantes fue muy gráfica. Sin embargo, en el final las puertas quedan abiertas a varias interpretaciones… Lo mismo que el condimento musical, en parte aportado por Celeste Cid en persona.

En fin; ella quería ser libre y volverle a tomar el gustito a esa energía adolescente, en la que su única preocupación era cantar en la bandita rara de su hermano. Y él quería tener que cuidar menos de un crío, para disfrutar de una noche a solas echado en el sillón, con las piernas sobre la mesa y comiendo papas fritas con Coca-Cola. ¿Es mucho pedir? A veces pareciera que sí.