Agosto

Crítica de Marianela Santillán - Proyector Fantasma

El secreto de su caos

Es sabido que la adaptación al cine de una obra teatral no siempre funciona bien y es lógico que así sea ya que la forma de manejar la trama, de dialogar y discurrir y por sobre todo de manejarse en el espacio físico y en relación a otros personajes en muy diferente en ambos tipos de manifiestaciones artísticas. Sin embargo, al ver Agosto, por momento no sabemos cuales son los personajes que lograron captar que se encontraban dentro de un film y cuales se mantuvieron fieles (y no en el buen sentido) al espirítu teatral de la pieza.
La trama comienza cuando Beverly (Sam Shepard), esposo de Violet (Streep, quien sufre un cáncer bastante avanzado), se va de su hogar y luego aparece sin vida en su velero, en lo que aparenta ser un suicidio. Ante tal tragedia, las hijas (y la hermana de Violet) acuden a la vieja casa familiar al funeral; pero ni siquiera los ánimos de ese mismo día pueden apaciguar el caos familiar que se comienza a desatar a través de la ira y el brutal “sincericidio” venenoso y grotesco de Violet hacia todos sus parientes. La excusa será la medicación y drogas varias que ingiere por su enfermedad, pero su agresividad se torna avasallante para todos: partícipes y espectadores por igual.
La única persona que “le hace frente” a Violet es Barbara (Julia Roberts) hija mayor, quien asiste al funeral con su hija adolescente, y su marido en pleno proceso de separación. A esto se suman la hija menor Karen (Juliette Lewis), y la hermana del medio, Ivy (Julianne Nicholson), quien reniega por ser la única que se ocupo de sus progenitores, a la vez que mantiene una relación amorosa secreta con su primo hermano Charles (Benedict “actúo en cuanto film haya dando vueltas” Cumberbatch). El elenco de estrellas se completa con los padres de Charles (Chris Cooper y Margo Martindale), y Joanna, una mucama cheyenne que Beverly contrata antes de morir; y que aparenta ser la más “centrada” y sabia de un grupo cargado de secretos y miserias.
La cuestión con el film de Wells es que pareciera más una clase de actuación acompañada por una excesiva y por momentos poco justificada, cuota de histrionismo; donde desfila, grita, y llora un elenco cargado de estrellas, que si bien no se opacan, están muy por detrás de Meryl Streep y Julia Roberts. Ambas (aunque tal vez sea mayormente el caso de Streep) hacen ostentación y abusan de la palabra rompiendo con el clima naturalista que se intentaba mostrar desde el escenario físico elegido, para caer en la grandilocuencia teatral que si bien pueden encantar a quien mire, al ser algo permanente durante los 120 minutos, termina resultado agotadora. Por momentos recordé a Festen (La celebración, 1998) de Thomas Vinterberg y no sólo por la temática de discusión-cena familiar-secreto develado, sino por el estilo de actuaciones y los movimientos de cámara, sin embargo, en La celebración se podía notar un nivel más moderado dentro del caos que era la familia general; en Agosto los personajes están para gritar, para ver quien se queja mejor, quien puede interpretar mejor su miseria, y en este duelo de yoes, la historia queda en segundo plano.
Tal vez, Nicholson y Cumberbatch en el rol de sufrida parejita de primos, con sus escenas dulces y musicales logran aminorar de alguna forma los decibeles de histrionismo del grupo, pero Agosto no abandona, y se orgullece de no abandonar su histeria, enojo y pasión visceral que casi todos los personajes emanan a lo largo de las dos horas que dura el film.
Por Marianela Santillán