Agente Salt

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Esta va a ser una review con mala leche, porque películas tan idiotas como Agente Salt se merecen que la analicen con mala leche. Para empezar, tenemos en el staff técnico a Kurt Wimmer, vendedor profesional de fruta al por mayor en el ámbito hollywoodense. No todo lo que ha hecho Wimmer es un bofe, ya que hay cosas pasables como las adaptaciones de Esfera y El Caso Thomas Crown; pero cuando al tipo lo dejan solo y le permiten inventar, se despacha con idioteces monumentales como Equilibrium, Ultravioleta, y Un Ciudadano Ejemplar. Ahora Agente Salt se suma a su lista de esperpentos salidos de su cerebro.

Me imagino a Wimmer intentando vender este pescado podrido en Hollywood: "tenemos a Angelina Jolie corriendo, pegando y disparando mientras todo el mundo la persigue... imaginen a Jason Bourne con super tetas!" (perdón el francés). Y los productores, calenturientos, sacan dinero de su bolsillo inmediatamente mientras fantasean con el fotograma mental que Wimmer les acaba de vender. Efectivamente Agente Salt es Jason Bourne con super tetas durante los primeros 30 minutos, tiempo en el cual Wimmer aprovecha para condimentar la historia con detalles calcados del teaser de Otro Dia Para Morir (léase: la Jolie torturada por norcoreanos malos, muy malos). Llega la revelación de mala leche del defector ruso de turno, la Jolie corre y se escapa de milagro... y de pronto pasamos a otra película distinta. ¿Cómo?. ¿Esta mujer no era inocente? ¿Qué hace ahí, apuntándole directo a la cabeza del presidente ruso?
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Imagino que la intencion de Wimmer era sorprender al espectador con giros de tuerca inesperados; lo que el guionista no entiende es que, si son demasiados, se termina por pasar de rosca. El gran problema con Wimmer es que es un tipo demasiado imaginativo, y no sabe ponerse un punto límite para que la cantidad de fruta despachada no suene ridícula. Usted puede sorprender al espectador determinado número de veces hasta que la lógica se empieza a resentir, especialmente si las sorpresas no están suficientemente avaladas por los acontecimientos que ocurren en pantalla. Es cierto que uno queda desubicado varias veces a lo largo del filme, simplemente porque uno no termina de entender para qué lado termina de tirar Salt. Entonces el libreto dispara un golpe de efecto tras otro, una traición sorpresiva tras otra... y cuando uno ve hacia atrás, empieza a darse cuenta de lo idiota que es todo esto. Si Salt era doble agente, ¿para qué diablos el ruso lo revela en el cuartel de la CIA? ¿No era mejor matar al presidente ruso de callado, sin revelar los planes?. Si hay más de un traidor, ¿cómo no se conocen?. El tema es que no importa, no interesa. El argumento es estúpido por donde se lo mire y, lo que es peor, Wimmer sobrepasa los límites de lo tolerable y sigue despachando fruta. En el filme hay una secuencia que parece el gran final... pero no lo es y sigue... esperen, ahora sí debe ser el final... no, sigue unos minutos más... bueno, termínenla porque esto ya es ridículo... y la trama vuelve a seguir.

Agente Salt se puede resumir como Jason Bourne con supertetas encuentra a El Embajador del Miedo ... hasta que tiene un rapto de decencia en el último momento y de la manera más absurda posible. Lo único que salva a esta estupidez del cero absoluto es que al menos el director Phillip Noyce (El Santo, Juego de Patriotas) dirige la acción de manera espectacular. Pero la historia, a mitad del filme, vuela en pedazos bajo el peso de su prepotencia y su falta de lógica. Por favor, Wimmer, no escribas nunca más (para colmo tiene en cartera la remake de El Vengador del Futuro!!).