Agenda secreta

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

Un hombre valiente

La película se centra en la figura de Fritz Bauer, el fiscal general de que probó que Adolf Eichmann estaba en la Argentina.

El nombre del criminal nazi Adolf Eichmann se ha vuelto una especie de símbolo en Occidente. Cimentó la leyenda de la eficacia del Mossad, el servicio secreto israelí que lo secuestró en la Argentina en 1960, e inspiró el concepto de "banalidad de mal", creado por Hannah Arendt cuando cubrió el juicio en Jerusalén para la revista The New Yorker en 1961.

Mucho menos conocida -fuera de Alemania donde se lo considera un héroe nacional- es la intervención de Fritz Bauer, la figura central de Agenda secreta, el fiscal general de que probó -en secreto- que Eichmann estaba en la Argentina y posibilitó su captura.

La película dirigida por Lars Kraume se centra en ese episodio de la vida de Bauer y muestra la compleja trama de intereses políticos -nacionales e internacionales- que este tuvo que enfrentar en sus investigaciones sobre criminales nazis durante el gobierno de Konrad Adenauer (canciller alemán desde 1949 a 1963).

El trabajo de Bauer fue fundamental para mantener viva en la conciencia de Alemania que el nazismo no había caído del cielo ni había sido erradicado con la derrota en la Segunda Guerra Mundial sino que sus responsables seguían ocupando cargos en el gobierno, en la policía, en la Justicia y en altos niveles de las empresas más importantes del país.

Si bien se toma algunas licencias biográficas, Agenda secreta expone todos los matices del temperamento de Bauer, aunque siempre lo deja bien parado. Incluso en su relación con el fiscal que colabora con él -Karl Angermann- y cuyas peripecias conyugales y sexuales componen la zona más melodramática de la película.

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