Aftersun

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Es la irresistible manera de materializar un recuerdo. Un viaje de vacaciones entre un joven padre de 31 años, con su hija de 11. Dos seres que fundamentalmente se desconocen, viven en distintas ciudades, se ven poco, no tienen la cotidianeidad que da el profundo conocimiento en un vínculo tan importante. Pero se quieren y en ese viaje están el uno para el otro. Ella toda curiosidad y descubrimiento, entre los gustos de una niña y los efectos deslumbrantes que otros adolescentes mayores le provocan. Él en un momento de autoconocimiento, musculoso y sensible, se obsesiona con el Tai chi y le confiesa a un desconocido un pensamiento en voz alta “nunca pensé que estaría vivo a los 30”. Esa convivencia es fundamental para lo que atisbamos en contadas secuencias: los recuerdos que atesora ya de adulta esa mujer que fue esa niña. Un momento decisivo en su vida. Para su opera prima la talentosa directora Charlotte Wells elige dejarnos con la curiosidad sobre el pasado y el futuro de esos seres. Se centra en los climas y en los momentos de cálida intimidad e inevitables alejamientos. Marcados por reflejos, mamparas, ventanas, las filmaciones que hace la hija y luego revisara en ese futuro esquivo que apenas vislumbramos. Paul Mescal, la estrella de “Normal People” vuelve a deslumbrar con actuación amasada en silencios, contensiones y torpezas, con un físico herido e imponente, con una emotividad a flor de piel. Y la pequeña Frankie Corio es una verdadera revelación en ese personaje a punto de desplegar su alas, tratando de descubrir, como el espectador, el misterio de ese hombre que es su padre.