Adoro la fama

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Tomando un caso real (y no el de la banda de los “chetos” que robaba ancianos), que leyó en una nota de la revista Vanity Fair, Sofía Copolla regresa al cine con “The Bling Ring”(USA, 2013), para hablar de un síntoma de esta época de relaciones 3.0, fama instantánea y vacío generacional. Un grupo de jóvenes de Beverly Hills se responde la pregunta “¿A quién no le gustaría conocer las casas de los famosos? Y la respuesta que se ofrecen ellos mismos es radical, porque no sólo van a “conocer” las casas de los famosos en plan NO TENGO NADA QUE HACER Y ME ABURRO, sino que además comienzan a llevarse “souvenires” que terminarán en un botín de más de 3 millones de dólares.
Van a las casas con la premisa de “vamos de compra” y si bien hay una líder, Rebecca (Katie Chang) que toma como “mascota” a Marc (Israel Broussard) el nuevo de la prepa Indian Hills, y con él que comenzará todo, poco a poco se sumarán más integrantes al equipo, como Nicki (Emma “Harmione” Watson), Sam (Taissa “AHS” Farmiga) y Chloe (Claire Julien).
Todos se sumarán y delirarán con estos robos flashmobs. El Pop celebrity trash (Paris, Lindsay, Audrina, etc.) es objeto de deseo y delito de estos jóvenes que encuentran un placer ontológico en el robar a los famosos. Obviamente que algunos esconden sus objetos, pero otros los exhiben impúdicamente en las redes sociales para buscar seguidores y me gusta.
Y en esto de “exhibir” y de mostrar todo es en donde “The Bling Ring” o “Adoro a la Fama” encuentra su punto más fuerte, porque si bien Coppola utiliza música estridente y ralentis para generar la digresión necesaria, la trama y la acción avanza rápidamente, en la exhibición, reiteración y repetición de robos y de noches en boliches. No es la Coppola de “Somewhere”, “Lost in Traslation” ni mucho menos “Vírgenes Suicidas”, pero es una realización con una potencia basada en los hechos que cuenta que genera empatía por sí sola con los personajes y la historia. Estos jóvenes realizan todo con una filosofía de “hacemos lo que queremos”, “vamos a donde se nos antoje” y nos reventamos en el camino porque ya tenemos toda nuestra vida resuelta, y además hacemos todo eso arriba de unos Louboutines (zapatos de diseño), su fetiche.
Pero ellos no saldrán impunes, y así rebecca justifica su accionar por culpa de su madre autoritaria, Marc culpa a su familia que lo ignora, y Nicki y Sam al karma (“quiero creer que esto pasó para que yo crezca” dice en un momento Nicki), porque éstas últimas son educadas en su casa por su madre (Leslie Man) una ultra fanática de las nuevas terapias y de “The Secret”. La noche/la fama/el dinero y la idea que toman de una de sus canciones preferidas que dice algo como “vive rápido, muere rápido, las chicas malas lo hacen bien” (himno de otro grupete que este año también llegó al cine en “Spring Breakers” de Harmony Korine) generan un círculo vicioso del cual no se podrán escapar.
Y ahí comienza otra película, una en la que los jóvenes harán más frecuentes sus “visitas” a las megamillonarias mansiones. Y en ese “visitar” más recurrente terminarán dejando pistas por todos lados y por las que serán detenidos (no spoileo nada, el caso fue muy famoso). Película con una profunda mirada sobre el estado actual de la juventud, filmada con cámara en mano y planos frenéticos, pero con una economía de recursos y un ascetismo que por momentos contrasta con los lujos que en cada robo muestra, “The Bling Ring” es un acercamiento más al estado de las relaciones y los vínculos sociales en la era de la instantaneidad.