Adoro la fama

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Las princesas de cotillón

“Creo que Nicole sólo quería pertenecer, tener el tipo de vida que todo el mundo quiere”. Así justifica uno de los personajes de “Adoro la fama” los robos en casas de celebridades en los que se embarcaron un grupo de adolescentes en Beverly Hills. El hecho ocurrió en la realidad y las víctimas fueron Paris Hilton, Orlando Bloom y Lindsay Lohan, entre muchos otros. Sofia Coppola encontró atractiva esa historia que la toca de cerca por ser justamente una de las hijas ricas y famosas de la industria. La heredera de Francis Ford echa una mirada desapasionada sobre esas cuatro chicas y un muchacho que son incapaces de distinguir ningún límite. Coppola vuelve así al contexto de fama, dinero e indolencia que ya había abordado en “María Antonieta” y “En un rincón del corazón”, y, como en el filme sobre la última reina de Francia, ahora parece trasladar la corte de Versalles a Los Angeles. Las adolescentes -algo patéticas sobre sus Manolos y sus carteras Chanel robadas- se mueven con impunidad y no conocen ninguna responsabilidad. Tienen casi todo, pero quieren acceder al mundo de los muy-muy ricos, deslumbradas por esos flashes que, en algunos casos, iluminan la nada.