Adoro la fama

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Sofía Coppola ha mirado mucho a la niñez y adolescencia femenina desde el comienzo de su carrera con aquella lejana “Las vírgenes suicidas” (1999), lo hizo luego con “María Antonieta” (2006), posteriormente con “En un lugar del corazón” (Somewhere, 2010), que tenía mucho de lo que no pudo contar en “Perdidos en Tokio” (2003). Todas las mencionadas tienen varias lecturas del tema en común mencionado al principio, pero también con la ausencia de la familia como contexto. Es decir la carencia del núcleo principal del cual se nutren los afectos en la etapa del crecimiento. En algún caso falta el padre como figura icónica, la madre nunca aparece en este universo, o al menos no con su influencia natural. ¿Cómo viven las chicas en el mundo Coppola y cómo se las arreglan para salir adelante, si es que pueden?

Ante la ausencia de modelos y de familia, el entorno es un personaje más. La coyuntura es un escenario virtual que afecta directamente el sentir y accionar de sus criaturas. Eso sí… es extraña la omisión del sexo, casi nunca hay sexo en la filmografía de la hija de Francis Ford Coppola, como si sus protagonistas femeninas todavía no llegasen a descubrirlo.

La espantosa traducción del título original, más allá de cuestiones comerciales, podría confundir un poco. “Adoro la fama” debe su existencia a una noticia de hace algunos años. En ella se describía a un grupo de adolescentes que en más de una oportunidad se metió furtivamente en las mansiones de varios famosos para robar joyas, adornos, ropa de alta costura y todo accesorio posible, desde carteras hasta abrigos. En más de una ocasión también se quedaban unas horas en esas casas para disfrutar de todos estos lujos, de paso para despuntar el vicio del alcohol o alguna droga. Este grupo (también la película) adquirió el nombre de The Bling Ring, algo así como “El círculo de la ostentación”. Precisamente en esa palabra es donde la cuestión halla su quid. Marc (Israel Broussard) es uno de los tantos chicos sin rumbo ni metas, pero con muchos intereses alrededor del mundo fashion. Conoce obsesivamente marcas, modelos, temporadas, colecciones, todo lo concerniente al mundo del glamour, la fama y la moda. La única chica que le da cabida es Rebecca (Katie Chang), quien inmediatamente encuentra en él un partenaire. Ambos salen de noche a ver la oportunidad que se presenta en Beverly Hills y otros barrios carísimos, en los cuales hay tanta seguridad que puede encontrarse uno con autos de lujo abiertos, esperando para ser abordados por un par de chicos traviesos. A ellos se suman Chloe (Claire Julien), Sam (Taissa Farmiga) y Nicki (Emma Watson, bellísima). Juntos comienzan su raid hasta que dejarán de salirse con la suya.

“Adoro la fama” aborda el tema de los robos anecdóticamente. La cámara sigue a los chicos para ver el antes y el después de las perpetraciones. Para ellos todo gira alrededor de mostrar lo que robaron, describir donde estuvieron e inmortalizar la impunidad en las redes sociales. Plata, joyas, y salidas ostentosas son compaginados con noticias reales de los excesos de la actriz, modelo y cantante Lindsay Lohan. Cuando esto aparece entendemos que la intención no es sólo referir alguna problemática adolescente, sino aprovechar el subtexto para preguntarse si esos bienes materiales y la fama son a lo que aspira la sociedad estadounidense en desmedro de todos los valores que se han ido perdiendo desde no hace mucho tiempo.

Tenemos un “qué” muy sólido. Algo de la dificultad radica en el “cómo”.

Este seguimiento al grupo se vuelve redundante cuando ya los personajes, sus intenciones, más una parte del desenlace, están muy claros, por lo que luego de la tercera incursión se produce un estancamiento narrativo con personajes y situaciones que ya no pueden crecer. También el hecho de no tomar parte, o siquiera opinar, con su texto hace que la resolución de la historia no pase de lo meramente periodístico quitándole profundidad al relato.

“Adoro la fama” ofrece una mirada sobre la superficialidad y la banalidad con la que una parte de la sociedad está como hipnotizada. Los trabajos de los protagonistas ofrecen eso en el decir y en el hacer, conformándose un grupo de actuaciones sólidas, funcionales al relato. Por lo demás, la sensación de estar viendo una noticia desarrollada más allá de la tele, o un golpe a los valores de la clase media-alta, atraviesa carriles demasiado similares.