Adoro la fama

Crítica de Ignacio Andrés Amarillo - El Litoral

La tristeza de los niños ricos

“Por el hambre de los niños pobres, y por la tristeza de los niños ricos”. Así decía un ininteligible eslogan de la campaña de Carlos Saúl Menem en 1989 (a menos que pensemos que estaba diciendo que iba a trabajar por el hambre de los pobres, inmediatamente, y la tristeza de algunos ricos, al hundirse en 2001). Siempre fue una frase sugestiva: ¿Qué puede causar la tristeza de los niños ricos? ¿Qué les falta? ¿Cuál es su vacío?

Una de las características de Sofia Coppola es su honestidad intelectual. Hija, sobrina, nieta y hermana de figuras del show business, siempre abordó las angustias de aquellos que están “encerrados” entre palacios y hoteles cinco estrellas: lo hizo en “Perdidos en Tokio”, en “María Antonieta” y en “Somewhere”. Ése es su mundo, entre hoteles, aviones, estrellas de cine y paparazzi.

Ladrones deluxe

Como Truman Capote con los asesinos de la familia Clutter, Coppola encontró los protagonistas de su último filme en un artículo periodístico: “The suspect wore louboutins”, publicado por Nancy Jo Sales en Vanity Fair. ¿Quiénes son? Cinco chicos ricos de Calabasas, California, en esos suburbios de Los Ángeles en los que uno sólo puede andar cómodo si es con movilidad propia.

Marc es un chico gay y retraído que llega a una nueva escuela para expulsados de otros lados (aunque nadie es pobre). Allí se hace amigo de Rebecca, una jovencita de ascendencia asiática y familia ausente, siempre acompañada por la rubia y superficial Chloe. Becca ya tiene alguna experiencia en meterse en casas de personajes de la farándula, que tienen cámaras pero no alarmas y parecen no darse cuenta de las intrusiones.

La idea es cometer robos “inocentes”, saqueando carteras, zapatos, joyas y otros bienes suntuarios, y dinero que gastan en más lujos y vicios (clubes nocturnos, alcohol, marihuana, cocaína), como cualquier hijo de vecino pero con más glamour. En la aventura, involucran a Nicki y su amiga Sam, adoptada por la familia de Nicki ya que sus padres son alcohólicos y drogadictos; ellas no van a la escuela, son educadas en casa por Laurie, la madre.

El engolosinamiento y la facilidad de cruzar Google Maps con la agenda de las estrellas los llevan a confiarse demasiado, aunque parecen no ser muy conscientes de que están delinquiendo: a lo sumo es una travesura, una manera de acercarse a esas figuras que están a metros de ellos pero inalcanzables (Kirsten Dunst, la “María Antonieta” de Coppola, y la muy robada Paris Hilton tienen sus cameos). ¿Por qué ellas no van a compartir sus carteras y zapatos de Chanel, Christian Louboutin, Manolo Blahnik o Hervé Léger? Si, como dice Marc, esas estrellas “tienen el estilo que todo el mundo quiere tener”.

Vulnerables

Algunos dicen que no es lo mejor de la realizadora, pero lo que no pueden negar es que pone su mano para hacer lucir el relato. Una de sus habilidades es usar diferentes recursos para retratar el clima de la escena (en “Perdidos en Tokio” lograba plasmar los estados de ánimos del protagonista, y en “María Antonieta” jugaba con la música antigua y moderna). Así, la cámara en mano bien granulada se cruza con las tomas de calidad desde aparejos; los planos deliberadamente cercanos con los planos secuencia panorámicos (el robo a Audrina Patridge está muy bien resuelto). La escena donde se conduce de noche por Mullholland Drive (límite y camino entre el valle y el “Olimpo”) sirve además de homenaje a David Lynch.

El elenco está, desde el vamos, a la altura del desafío. Israel Broussard se luce verdaderamente como el vulnerable Marc Hall, él también a su manera una víctima de Rebecca Ahn, interpretada por una Katie Chang fresca pero oscura y manipuladora. Claire Julien le pone el cuerpo a la bonita y hueca Chloe, a la que le gusta tanto la fiesta como a la bella y un poco descerebrada Sam, en la blanquísima piel de Taissa Farmiga (la hermanita de la célebre Vera).

A la juvenil Emma Watson (que ya no es adolescente, pero fue casteada por su babyface), la directora le reservó el personaje de Nicki Moore, la que más clara la tiene a la hora de buscar la fama: seguramente Emma se divirtió muchísimo en su adorable e inconsciente personaje (para los que gusten googlear, los nombres reales son Rachel Lee, Nick Prugo, Courtney Ames, Alexis Neiers y Tess Taylor, respectivamente).

Leslie Mann como la vacua madre de Nicki es la principal representante del mundo adulto, ignorante de las travesuras y repartiendo anfetaminas como confites. Por su parte, Gavin Rossdale le pone rostro a Ricky, el bolichero-negociante que se enreda con las chicas y sus asuntos. Con esas herramientas, Coppola puede contar a sus anchas su moderno cuento de solitarios acompañados, de pudientes insatisfechos, de prisioneros del lujo. La otra cara del capitalismo.