Adiós querido Pep

Crítica de María Paula Putrueli - A Sala Llena

En busca de respuestas

Ganadora del premio al guión en ópera prima del INCAA, la realizadora Karina Zarfino debuta en la pantalla grande con Adiós querido Pep (2017), una historia sencilla y lograda con el propósito de reflexionar sobre temas tan trascendentales como la vida y la muerte, y el peso de la enfermedad en cada una de las personas.

Tres amigas vuelven a encontrarse después de mucho tiempo. Dicho encuentro sucede con motivo de la muerte y velorio de Pep, el marido de una de ellas. El velorio será regido por las costumbres de la religión budista / hindú para despedir a una persona del plano terrenal; un tema que la directora conoce en profundidad y vuelca en la historia de manera precisa.

El reparto está encabezado por Florencia Raggi (Isabel), quien llega a la casa junto a su marido, interpretado por Facundo Arana, con quien sortean algunos obstáculos y distancias de pareja que se acrecentarán más a lo largo del relato. Marian Bermejo (Pilar) llega con su pareja mujer desde España, y será tal vez la portadora de aquel pasado que alguna vez las amigas compartieron y que, por distintos motivos, han elegido dejar atrás. La relación de Isabel y Pilar se convierte en el punto de foco del argumento, en un duelo actoral entre sus protagonistas que llega a buen puerto. Raggi encarna a lo que podría ser el alter ego de Zarfino, como una mujer muy espiritual, que practica de manera ferviente la creencia de una energía que nos conecta a todos, mientras que Bermejo compone a una mujer más racional, abocada al aquí y al ahora, y a un secreto que esconde y que dará lugar a otro conflicto a resolver. Por su parte, Clara Cantero como Marla, la esposa de difunto, se mueve como hilo conector entre estas amigas que necesitan sanar tanto su pasado como su presente. Desde ya, Cantero completa una terna actoral femenina que aporta a la película y que apela, sin decirlo, a una reflexión por parte del espectador, enfatizando el punto que todo puede cambiar de un día para el otro.

En aspecto técnico sobresalen un detallado trabajo de fotografía, con una paleta de colores pensada para cada escena y momento ligado a la vida y a la muerte y sus colores respectivamente, así como brilla y enriquece el trabajo de Carlos Libedinsky con respecto a la música compuesta para decir adiós al querido Pep.

Un primer trabajo correcto de la directora, quien nos lleva a recorrer el relato como un viaje en busca de respuestas sobre grandes temas aplicados a momentos sencillos de cada día, al cotidiano de cada ser. Una historia simple donde la belleza radica en lo esencial de cada uno.