Ad Astra: hacia las estrellas

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El director James Gray, (“Little Odesa” 1994 o “Los dueños de la noche” 2007) es dueño de una filmografía que se aplica, parece, a una búsqueda constante de sentido, sin llegar a ser un autor como la definición lo demanda.

Se adentra con su última producción en el género de la ciencia ficción, sin dejar de lado las variables que más le preocupan, lo humano, lo social, lo familiar, hasta lo político.

En este traslado al espacio construye un relato a partir de dos viajes, el iniciado por un grupo de astronautas hacia Saturno, comandados por el capitán Roy McBride (Brad Pitt) en busca de vida inteligente, y el que realiza en su interior el mismísimo capitán, de hecho la recurrencia de relatar con vos en off del personaje es la que da cuenta de su drama personal.

El filme se instala en un futuro incierto, el grupo de astronautas viaja a los límites exteriores del sistema solar para develar un misterio natural de proporciones dantescas que producen efectos dañinos en la tierra.

Sin embargo nuestro héroe necesita develar un misterio personaje, y este viaje representa seguir las huellas de su progenitor, quien hace 20 años partió en una misión similar, sin retorno.

En algún lugar de su deseo, estimulado por sus jefes, tiene la esperanza de encontrar a su padre vivo.

Desde su estructura el filmes se presenta como deudor claro de dos filmes, en principio a “2001, odisea del espacio” (1968) de Stanley Kubrick e “Interestelar” (2014) de Christopher Nolan, en cuanto a desarrollo siempre respetando el género, mñás a la primera, en tanto cuestiones de estética, colores, tonos, y algunos planos a la segunda.

Simultáneamente, desde el personaje principal de manera evidente, no tanto en los secundarios, podría verse la conformación de personajes que supo describir Joseph Conrad en su novela “El corazón de las tinieblas” publicada a fines del siglo XIX y llevada al cine por Francis Ford Coppola en esa maravilla de “Apocalisis now” (1979).

En éste caso la indagación es incierta, el objetivo presenta una dicotomía entre los que planifican el viaje en contradicción de los deseos íntimos del capitán.

El problema del texto fílmico, más allá del cruce de géneros. por instantes de manera desordenada pues se le suma en sus formas narrativas elementos del drama, en otros momentos, y muy poco desarrollado, el thriller, en menor medida escenas de un supuesto complot que tendería al suspenso, otras de acción que se presentan rápido, se desarrollan en muy poco tiempo, y se resuelven peor.

Es aquí que nos encontramos en una redundancia innecesaria, que se produce por la repetición de ideas desde la imagen, recalcada por la música, demasiado empática, o el ya nombrado relato en off desde el interior del protagonista.

El envase audiovisual en que se constituye el relato es de una cualidad que se celebra, desde lo técnico, sin lugar a dudas, a partir del estilo contemplativo que propone el director en la mayor parte logra de la cinta un resultado subyugante en el espectador.

Pero se licua a partir de la preponderancia que el director aplica por el recorrido interno del personaje principal.

Si algo que sostiene al filme realmente es la actuación de Brad Pitt, dando cuenta, sin que ya sea necesario, que cuenta con muchas variables y recursos histriónicos, bien acompañados por secundarios de mucho nombre y más peso como Tommy Lee Jones (Cliford McBride), Donald Shutherland (Thomas Pruit) o la siempre hermosa Liv Tyler en el rol de la esposa de Brad Pitt.

No siendo suficiente para mantener la atención durante las larguísimas dos horas que terminan dando la sensación de mucho más, una lástima.