Actividad paranormal

Crítica de Federico Karstulovich - Otros Cines

¿Qué ves cuando me ves?

Lo peor es volver a casa. Lo malo es la casa sola. O acompañada... de ruidos. Lo terrible es salir del murmullo de la ciudad y entrar en el repiqueteo nocturno. Amor al ruido urbano: qué lindo es sentirse rodeado del tránsito. Mejor abrir las ventanas y que la ciudad nos cuide. Qué feo que es el silencio de una casa cuando el terror queda repiqueteando…

Actividad paranormal genera esas sensaciones que pocas películas de terror pueden producir: el temor al día después. Ahí quizás radique la efectividad de sus logros. Veamos: el cine de terror, a lo largo de un buen trayecto de su historia, ha jugado con la idea de la paranoia y la construcción de un adentro protector y un afuera agresivo.

Es más: en caso de invertirse esa lógica, el género siempre mostró espacios protectores circunstanciales: detrás de un muro, debajo de una mesa, en un placard, entre la multitud. Bueno, ese terreno es donde esta opera prima triunfa: al igual que en El proyecto Blair Witch (Myrrick-Sanchez, 1998), en Alien Abduction (Dean Aliotto, 1998) o The Last Broadcast (Stephan Ávalos, 1997), películas donde el terror documental impone una nueva estética, no hay lugar donde escapar: nos enfrentamos al horror de lo ya sucedido, de lo que no se puede huir.

Para peor, en Actividad paranormal ese no-escape está en lo cotidiano, ya no lo extraordinario del bosque por la noche. Esa sensación de zozobra por lo hogareño no sólo perturba como en pocas ocasiones sino que nos expone ante la intemperie del miedo. De esa forma, la película juega con un sentimiento de pánico potencial, ya que no hay peor miedo que el que nunca llega. Aquí el juego es a la postergación del “remate”, a tensar las cuerdas de la paciencia del espectador. La narración se construye, bajo estas premisas, por medio de un mecanismo de suspenso desordenado, caótico y gana, precisamente cuando no cumple las expectativas. Esa ausencia de datos concretos, ese fuera de campo parcialmente revelado y la postergación del horror absoluto es lo que la vuelve única dentro de los estrenos del año. ¿Por qué? Porque no hay modo en que podamos preveer el cómo del horror por más que podamos presuponer el qué.

Pero hay más. A la espera del horror sumemos la paranoia sonora con la que se funda el temor. La paranoia de los ruidos “normales” y sobrenaturales que entrega una casa. El resultado termina produciendo el consabido efecto de caja de Pandora: una vez que se abre, lo que sale a la luz afecta a lo que la rodea. Y aquí es en donde el espectador proyecta, continúa la película en su propia experiencia, en la de los temores cotidianos, en la de la vuelta a casa.

...Y aquí comienzan los problemas ¿Por qué? Porque uno como espectador no puede dejar de preguntarse si Actividad paranormal es una película que se va a mantener en la memoria por sus logros o por el contrario, sus logros son magnificados, ampliados por el temor del post visionado, por la paranoia del espectador temeroso.

Entonces, munido de valor, uno se ahonda en el análisis, en la revisión de los recursos, las decisiones formales de la película. Y mucho de lo que nos asusta de la película (continúa asustándonos) comienza a hacer agua: un verosímil actoral de malo a flojo amparado meramente en el verismo documental (en el fondo, como todo documental, construcción de un discurso) se deshace en un tedio ausente de cualquier tensión que estructura la película con la lógica del porno (con su lógica de escena de miedo-escena de transición-escena de miedo), una serie de recursos sonoros fuera de campo relativamente remanidos que apelan al golpe y la sorpresa, una tendencia autosuficiente a centrar el armado narrativo en torno a la próxima manifestación de lo sobrenatural dejando deshilachadas otras líneas narrativas, una incoherente actitud de parte de los personajes a la hora de proseguir con una estrategia improbable (quedarse aislados en una casa poseída en cambio de rodearse de ayudas a como dé lugar), una serie de incoherencias en el armado del verosímil (una alarma que se activa y desactiva aleatoriamente según conveniencia del director). En definitiva, una película que logra grandes climas con recursos empobrecidos nos permite preguntarnos: ¿Estamos ante una película lograda o ante una gran estrategia publicitaria que nos condiciona una recepción paranoica? El tiempo dirá donde ubicarnos, entre ruidos y apariciones, con temor y temblor.