Actividad paranormal: Los marcados

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

El terror sale de las casas

Resultó evidente que otro capítulo de Actividad paranormal no soportó el formato repetido de eventos nocturnos dentro de una vivienda. En la parte cuatro predominaron los sustos diurnos y en este nuevo filme muchas acciones sobrenaturales se trasladaron al exterior o viajaron hacia otras casas para desdibujar (¿o dar un respiro?) a la esencia de la saga.

En este filme predomina la cultura mexicana. Tanto el castellano como el inglés se funden en un argumento donde Jesse (Andrew Jacobs) y Ali (Moly Ephraim) buscan desentrañar extraños sucesos alrededor de sus amistades.

Película entre voyeurista y curiosa, algo chusma, donde hay que agacharse para espiar a perturbadoras vecinas (como meter una cámara remota a través de una ventilación), descubrir insignias diabólicas y un extraño legado. Todo, entre la sangre, los símbolos en libros ocultistas y las curvas femeninas: agotadora fórmula que busca dejar su marca.

En esta realización predomina la cámara en mano y ya nos olvidamos de las grabaciones fijas y cenitales. No más cámaras de seguridad en viviendas, todo es dinámico como el ritmo agitado de filmación y las costumbres adolescentes de sus protagonistas, donde algunos desarrollan poderes sobrenaturales y se comunican con espíritus no a través de la copa o la tabla ouija, sino del minijuego de memoria Simon. Verde es “sí”, rojo es “no”.

A destacar, el continuo tributo a otros filmes de género (con El proyecto Blair Witch a la cabeza) que se metaforiza con un paneo hacia estantes repletos de películas en dvd. Y la alevosía en el constante foco de la cámara, que jamás pierde su eje y siempre queda apuntando hacia la acción, por más que un auto te choque de costado a toda velocidad. Se viene un 2014 con cambios.