Actividad paranormal: Los marcados

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Sustos de bajo presupuesto

Seis años ya y cinco películas con actividades paranormales. Camaritas livianas, pesadillas, gritos en off, pasillos interminables, brujerías varias, manchas en la piel, gente asustada. La culpa será de la bruja Blair y de su horrible secuela, pero el negocio "found footage" continúa y por lo menos hasta hoy, parece no tener fecha de vencimiento.

Actividad paranormal: los marcados empieza como una torpe comedia adolescente al estilo adrenalínico de la serie Jackass, hasta que al poco rato cambia el tono y dos amigos, Jesse (Andrew Jacobs) y Héctor (Jorge Díaz), se convierten en los protagonistas de la trama, especialmente el primero, quien luego de un sueño observa que su piel tiene más de un grieta, tal vez debido a un ritual demoníaco o quien sabe porqué motivo. De allí en adelante, la película se aproxima a sutilezas como las que dejó El último exorcismo y sus precuelas y secuelas.
Entonces, como era de esperar, surge la orgía de cámaras con sus luces azules y nocturnas para mostrar el miedo, el pánico de la pareja, el espanto llevado al extremo al momento de retratar una habitación mohosa semejante a la de niña endemoniada de REC, el film español que tanto bien y mal hizo para que surgiera esta clase de cintas de bajo presupuesto. Horror en campo y fuera de él, un grito temible que parte del sótano, ladridos de perros en off y corridas a toda prisa por las instalaciones de la casa, marcan a fuego hacia adónde pretende ir esta clase de películas.
La dirigió un tal Christopher Landon, productor ejecutivo de anteriores actividades paranormales, una manera de hacer cine de género que tiene sus fanáticos y defensores. El resto de los mortales puede abstenerse sin culpa alguna.