Acné

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Apuntes sobre la edad del pavo

Tan trabada y monótona suena la vida de Rafa Bregman (Alejandro Tocar, sensacional) como esos acordes atropellados que digita a desgano en la sonata de Mozart, leit-motiv de esta ópera prima de Federico Veiroj llamada Acné (2007).

Si fuesen válidos los términos musicales para definir aquel conflictivo período conocido bajo el sugestivo título de adolescencia encajaría la concepción de sonata disonante. Una ligera explicación para ilustrarlo nos lleva a pensar que esa etapa atravesada por el vértigo, la confusión y el irrefrenable deseo sexual se compone de distintos estadios como las partes de una composición musical que arranca suave y melódica para terminar en un estribillo de acordes redentores y explosivos.

Sin embargo, esa disonancia o incerteza es la que sintetiza el derrotero de cualquier adolescente, ya sea argentino, uruguayo, o japonés, sin duda una de las virtudes del film por tratarse de una temática universal pero que no aprovecha –como podría ser el caso en Nadar solo de Ezequiel Acuña- lo coyuntural porque los protagonistas de este relato son pre-adolescentes de clase media alta que concurren al tercer año de un liceo privado donde hablan en hebreo y enseñan la Torá. Rafa es uno de esos exponentes, quien pese a la timidez típica de todo adolescente también sufre de una invasión de granos en su rostro. Además, juega a ser adulto por las noches entre partidas de póker, visitas a prostíbulos y comentarios sobre sus hazañas sexuales con sus congéneres.

Veiroj concibe a modo de pequeñas viñetas, que los planos trabajados en el detalle se encargan de mostrar con absoluta precisión, una serie de apuntes intuitivos y experienciales acerca de este micro universo plagado de códigos y coloquialismos reconocibles. Con una cámara que encuentra la distancia necesaria para despojarse de la intimidad asfixiante, dispuesta a esperar a sus personajes sin la prisa habitual de este tipo de propuestas que no pueden negar ciertos vicios contemplativos, sumándole una economía en la exposición que resulta a los ojos del espectador vivificante y tranquilizadora.

La lejanía con el mundo adulto; la falta de rumbo y horizonte y el estallido hormonal son los elementos centrales desarrollados en esta coproducción argentino-uruguayo, prolijamente, revestidos por diminutas grageas de humor y una constante autorreflexión y autoconciencia sobre los alcances y los límites de un registro cinematográfico que busca la elocuencia sin caer en solemnidades ni prejuicios ni caricaturas.