Abzurdah

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

El fenómeno de Abzurdah

Abordando una patología sin muchos antecedentes en el cine, Abzurdah es un film nacional que en principio sorprende por su convicción y verosimilitud en el tratamiento de esta temática, más precisamente el padecimiento de la bulimia y la anorexia. La siguiente sorpresa es su repercusión, ya que su rendimiento en la taquilla a sólo una semana de su estreno es verdaderamente notable e inesperado. Más aún teniendo en cuenta que las películas nacionales que hacen hincapié en asuntos relacionados con enfermedades o perturbaciones psicológicas o psicofísicas no alcanzan de ningún modo semejante aceptación en el público, como en los casos relativamente recientes de Un año sin amor (acerca del sida, el masoquismo y el sadismo), El pozo (sobre el autismo y otros desórdenes psicomotrices) u Otro corazón (sobre las afecciones cardíacas). Habría que remontarse a El hijo de la novia (mal de Alzheimer) para encontrar un éxito afín. En el caso de Abzurdah estamos ante un film muy certero en su crónica de este desorden que se produce en chicas adolescentes o muy jóvenes, y que tuvo un pico de crecimiento y desarrollo agudo hace unos quince o veinte años atrás.
Por eso la película de Daniela Goggi está ambientada a fines de los ’90: un gran acierto estético y dramático del film, que aprovecha en todo sentido las características de la época, como la tecnología.
El film está basado en una historia real, el libro testimonial de Cielo Latini, y aporta apuntes médicos siempre justificados. Es acertado el trabajo sobre el guión que ofrecen Alejandro Montiel, Alberto Rojas Apel y la propia directora, que con pocos antecedentes conmueve con su capacidad narrativa y emocional. El relato evita sus aspectos más obvios y resulta en todo momento potente y dinámico. Abzurdah se realimenta en el demandante rol compuesto de manera excepcional por la bella y talentosa Eugenia Suárez, que encuentra eficientes disparadores en Esteban Lamothe –en otro registro dentro de sus últimos trabajos– como el novio esquivo y desaprensivo, y Gloria Carrá y Rafael Spregelburd como sus padres.