Abril en Nueva York

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Sobrevivir en la Gran Manzana

Alejado de las imágenes de postales turísticas, el argentino Martín Piroyansky, en su "opera prima", muestra una Nueva York, desde una mirada joven, en la que contrastan la diversidad de colores de los negocios que ofrecen comida japonesa, de la India, o las vidrieras de souvenirs, hasta las interminables torres de edificios, que parecen "dialogar" con viviendas de estilo más clásico y de pocos pisos.

En medio de la vorágine que impera en esta ciudad, el joven director, que también es actor, sigue lo que le ocurre a la pareja que conforman Valeria (Carla Quevedo) y Pablo (Abril Sosa).

Ella trabaja de camarera en un restaurante y él es un músico bohemio, mantenido por su novia, que no es capaz de armar un mini recital, ni siquiera para cantar en un restaurante y que le paguen unos dólares por su actuación.
Valeria y Pablo, son dos argentinos en Nueva York, que son novios, se necesitan uno al otro, pero ella poco a poco se va dando cuenta que Pablo, es más lo que desprecia esa ciudad, de lo que intenta adaptarse. Mientras que a ella le ocurre lo contrario, intenta hablar cada vez mejor el inglés, toma clases de teatro y es una eficiente empleada, a la que su jefe la reconoce.

EN PLENACRISIS
El detonante que provoca la crisis en la pareja, es el cumpleaños de ella, cuando Pablo la invita a comer a un restaurante de comida hindú y ocurre un accidente que a ella la enoja mucho. A tal punto que terminará expulsándolo del departamento en el que convivían.

Una gran sorpresa que se revela cerca del final -y es mejor no comentar- hace que la pareja madure de golpe y que sus componentes se conviertan en dos personas responsables.

En el medio ella intentará enamorarse de un estadounidense, pero al final rehúye de la relación y la soledad sin Pablo a su lado, la termina aislando, hasta que más tarde todo se reacomoda.

Martín Piroyansky se descubre como un director de una sorprendente creatividad, no solo en la brevedad de sus diálogos precisos y concisos, también en la manera que intenta contar este drama joven, al que no le falta el humor, ni tampoco el encanto que proviene de sus imágenes y también de sus dos excelentes actores Carla Quevedo y Abril Sosa, ex batería del grupo Catupecu Machu.