Ábalos, una historia de 5 hermanos

Crítica de Catalina García Rojas - Visión del cine

Con la idea de rescatar del olvido la música que nunca muere, los directores Josefina Zavalia Ábalos y Pablo Noé recolectan los recuerdos de Vitillo Ábalos y le rinden homenaje a uno de los conjuntos más importantes de la música folklórica en Ábalos, una historia de 5 hermanos.
“Hay en la música un algo inmaterial, imponderable, milagroso que se siente, se comprende y se transmite, pero no sabes cómo…”. Los hermanos Ábalos, 1951.

El apellido Ábalos forma parte del patrimonio cultural de nuestro país. Es muy probable que la mayoría tenga un disco en su casa o recuerde la melodía de algunas de sus zambas más memorables. Los hermanos Ábalos son cinco como los dedos de la mano: Machingo, Adolfo, Roberto, Vitillo y Machaco.

En palabras del propio Vitillo, la cigüeña les hizo una broma a sus padres: en la espera de una niña tuvieron cinco varones. Los años pasaron y prevaleció uno solo: Vitillo, quien con sus 95 sigue activo en cualquier proyecto que se le presente. Junto a Juan, nieto de Machaco y guitarrista de Ciro y los persas, unen criterios para sacar un nuevo disco con las canciones más emblemáticas del conjunto.

Nuevamente, Vitillo se encuentra en un estudio musical acompañado por diferentes artistas que lo ayudan a potenciar las melodías de aquella música que surgió en el monte de Santiago del Estero. Sus zambas y chacareras interactúan con el rock para presentar el último gran Disco de Oro.

La esencia del documental es Vitillo, su humildad y alegría es visible en cada escena. La calidez de sus palabras a la hora de contar anécdotas conmueve y hay algo en su mirada que cautiva en cada momento. Es el amor por su música y por sus cuatro hermanos que impulsa la historia hasta el final.

La estructura narrativa se enfoca en reconstruir la carrera musical de los cinco a través de las memorias de Vitillo, quien nos cuenta cómo llegaron a convertirse en uno de los grupos más emblemáticos del folklore argentino. Desde su paso por Japón, a compartir escenario con Armstrong y hasta incluso cruzarse con los Beatles. Todo esto musicalizado por las canciones emblemáticas del arte nativo y popular de nuestro país.